No estamos para esto

Si estas tendencias insondables las aplicamos a la política actual concluiremos cuánto nos apasionan la piqueta, el mazo y la retroexcavadora para demoler, abatir o desbaratar las obras ajenas. Porque en este 'suma y sigue' de la campaña electoral lo que se lleva es prometer que se derogará todo lo anterior porque cuanto hace el adversario o es malo o es peor. Mientras el gobierno se afana en defender lo realizado, la oposición propone desbaratarlo con recetas de un pasado que no se parece a nuestro presente.

Enarbola Feijóo el estandarte de la derogación del sanchismo. Es la forma de ilusionar a los suyos con un liderazgo que ha tenido que plegarse a competir con Ayuso por los titulares del día y la exageración de la semana. Pintando a Sánchez como un Satanás la única misión posible es acabar con él. No sé si derogar su obra pasa por bajar las pensiones que acaban de subir un 8,5%, o el salario mínimo que ha pasado de 707 euros con Rajoy a 1.080, sin que se haya hundido la economía ni hayamos entrado en recesión como anunciaban los agoreros. Contradice al Cid Campeador incluso la OCDE que anuncia un crecimiento del PIB español del 2,1% y un 0,9% la media europea.

Feijóo ha asegurado a Alsina en Onda Cero que suprimirá el Ministerio de Igualdad porque en tiempos de Aznar estos asuntos los llevaba una subdirección general. «Comprenderá usted que no estamos para esto», ha insistido a carcajadas. Duele que ni siquiera haya mirado a Rajoy sino mucho más atrás. Yo creo que la sociedad sí está para esto y para más, porque 'esto' significa no retroceder en la igualdad ni consentir el negacionismo de la violencia machista.

La política útil es la que afronta nuevos retos y evita volver a lo más rancio del ayer. Por ello, con ironía, Alsina ha sentenciado: «Tú promete derogar y luego ya se verá». Leyes como las del aborto, divorcio o matrimonio homosexual no han sido derogadas por el PP. Puede que Feijóo padezca igual mal que el Lope de Vega enamorado que le reprochaba a su amada: «Siempre mañana y nunca mañanamos». ¡Ojalá nunca mañanemos!