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Confieso públicamente ante ustedes, ya sean lectores ocasionales o recurrentes, que no me apetecía nada comenzar el año hablando de política. Siento una cierta hartura del modo en que ésta se ejerce en los últimos tiempos. El año acabó plagado de insultos y el nuevo ... llega envenenado. Tan empachados estamos de mazapanes y langostinos como de mentiras, exageraciones y ambiciones. Es agotador comprobar que el noble arte de la política cantado por Aristóteles deriva más hacia el consumado arte del engaño en la línea del inolvidable Maquiavelo.
Así que para alejarme un poco de tan agotadora realidad nacional miré hacia otro lado buscando cierto descanso mental. Soy una ilusa porque, como todos sabemos, allí donde el ser humano interviene las luchas por el poder, ya sea grande, pequeño o mediano, son el pan nuestro de cada día, el motor de la historia y la inspiración de la literatura. Por ejemplo, leo en este mismo periódico: «Polémica en el Vaticano por la descripción del orgasmo que hace el libro de un cardenal... El sector eclesial más conservador no le perdona al papa Francisco que permitiera el mes pasado que los sacerdotes bendigan a las parejas homosexuales o que estén formadas por divorciados vueltos a casar».
Parece ser que los grupos reaccionarios de la Iglesia católica, que desde siglos han detentado el poder y establecido el dogma, han pasado al contraataque contra el Papa revisando, con un poco de mala leche, los textos del cardenal argentino Víctor Manuel Fernández, cercano colaborador del Pontífice. Y es que, en 1998, este cardenal, prefecto del dicasterio para la Doctrina de la Fe (antes Santo Oficio), publicó un libro con el sugerente título 'La pasión mística: espiritualidad y sensualidad'. Parece que el joven sacerdote en un capítulo dedicado al orgasmo masculino y femenino describió el asunto con tal detalle que los medios eclesiales, amotinados hoy contra el Papa, acusan a Fernández de hacer «porno-teología». Fascinante. Cualquier excusa es buena para laminar al adversario alzándose como defensores de los sagrados principios, sean estos los que sean.
Eso ha debido pensar Podemos para tumbarle a Yolanda Díaz su decreto o Junts para demostrarle a Esquerra, en esa guerra igualmente fratricida que mantiene el independentismo, que ellos le sacan más al Gobierno de Sánchez porque lo ponen contra las cuerdas. Sabido es que no hay peor cuña que la de la propia madera. Por otro lado, la tensión creada ha demostrado tanto la fragilidad del gobierno como la torpeza de la oposición. Probablemente el cuanto peor, mejor reavive las posibilidades electorales de unos y haga decrecer las de otros pero la descarnada lucha por el poder debiera, cuando menos, enmascarase en unas formas de hacer política que no insulten nuestra inteligencia. ¡Hasta el moño!
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