Metáforas

Sin querer aburrirles sí les pido permiso para compartir mi pasión metafórica. Hace unos meses el increíble líder de la motosierra, Javier Milei, en su campaña hacia la presidencia de Argentina, expresó a gritos que el papa Francisco era «el representante del maligno en la Tierra». Esta alegoría desmedida que asimilaba al papa con la maldad impulsora del comunismo ha sido efímera. Según la nueva teoría de Milei está demostrado que Francisco es «el argentino más importante de la historia». Intuyo que con el permiso, Dios mediante, de Maradona. Aunque no hay declaraciones del futbolista, debe estar que trina allí donde esté.

Que nada es como parece por rotundo que se exprese, es evidente. En España también podemos comprobarlo. El PP, en carnaval y en la campaña gallega, tuvo la gran idea de reunir a dieciséis periodistas para contarles cosas asombrosas. Lo que narraron sus periódicos no solo no lo imaginábamos sino que, de no mediar confesión, no creeríamos. Así supimos que Feijóo, furibundo detractor en público de amnistías e indultos, podría valorar el indulto para Puigdemont si se cumplían determinados requisitos. También confesaron que sería muy difícil que prosperara una condena por terrorismo. Es decir, que el PP, como el resto de partidos, es igualmente diestro en materia de metáforas que enmascaran la verdad. Feijóo ha demostrado que cuando dice rotundamente «no» solo significa que «depende» del interés del momento. Dicen en el PP que Sánchez miente todavía más. No diré que no, pero al menos va de frente y no se esconde detrás de las metáforas.

El caso es que los dieciséis periodistas, de todas las líneas editoriales, reunidos en el restaurante España de Lugo, en plena fiebre del sábado noche, todos contaron lo mismo con parecido asombro. El velo ha caído por miedo, porque Puigdemont dijo: «Todo se sabrá». Ante la polvareda que ellos solitos han aventado dice el PP de Feijóo que todos, toditos, todos entendieron mal. Esta metáfora de llamarlos tontos en vez de mentirosos demuestra que la verdad es cambiante cuando está en juego el poder. Hoy sabemos a qué estaban y están dispuestos y que Feijóo, usted o yo no somos presidentes porque no queremos.