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La Guerra Fría estimuló la imaginación de magníficos escritores de inolvidables novelas de espías, que el cine engrandeció y hoy seguimos disfrutando de tramas trepidantes ... que surgieron del frío. Gari Kaspárov, el que fuera durante dos décadas campeón mundial de ajedrez ha estado en el Mobile World Congress de Barcelona. Kaspárov es uno de los pocos que se ha enfrentado públicamente a Vladimir Putin y todavía vive para contarlo. En una entrevista en El País, el periodista le pregunta: ¿Usted vive con miedo? La respuesta de Kaspárov es notable: «¿Serviría de algo? No. Tengo que afrontarlo... Muchos de mis amigos y aliados han sido asesinados. Y todos enfrentamos una gran amenaza, especialmente con Trump siendo tan amigo de Putin. ¿Qué debo hacer? Callar no es una opción».
Al leer su respuesta he recordado la película 'El puente de los espías'. En ella, Tom Hanks es el abogado defensor del espía ruso Rudolf Abel, encarnado por Mark Rylance, que ganó un Óscar por este papel. En un momento en el que en el juicio todo va mal, Hanks al verlo tan tranquilo le pregunta: ¿es que no está usted preocupado? La respuesta fue la misma de Kaspárov: ¿Serviría de algo?
El miedo no puede llevarnos a aceptar la ley de más fuerte como base de nuestros sistemas políticos. La encerrona cruel de Donald Trump y J.D. Vance a Zelenski debe impulsar nuestra respuesta como europeos y como demócratas. Kaspárov teme lo peor para Ucrania y nos advierte de que cuando Trump y Putin pacten lo que les beneficie puede haber un cese temporal de hostilidades pero no duda que «Putin violará el pacto cuando lo crea conveniente, como ha hecho siempre». Kaspárov sabe que uno de los principios de la mafia rusa no es lealtad hasta la muerte, sino lealtad a cambio de beneficios. Ese es el tablero de juego en el que se reparten el mundo el zar Vladimir y el emperador Trump, que cree ser el mejor presidente de Estados Unidos por delante de George Washington.
Trump admira tanto a Putin que lo imita. Además de su inmenso ego, tienen en común su idea del hombre duro que los tiene bien puestos, la familia tradicional pero con amantes ocultas, el odio a los homosexuales... y, sobre todo, adoran el dinero y el poder tanto como deploran la democracia que tiene controles y límites. Trump quiere hacer como Putin lo que le sale de las narices sin trabas, ni leyes, ni poderes que lo limiten. Putin gobierna hace lustros y es más joven, esto sí que fastidia a Trump. En geopolítica ambos detestan a Europa y su objetivo es destruirla por eso someter a Ucrania es crucial para nuevas alianzas.
Si John le Carré viviera el mundo de hoy escribiría una novela trepidante en la que al final nos desvelaría que nada es como parece. El brutal Trump es en realidad un infiltrado en la Casa Blanca del calculador Putin, un peón más en su tablero. Un novelón.
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