Hasta quien no tiene ni idea de fútbol, como es mi caso, sabe que el gol marcado por Lamine Yamal es ya un golazo de leyenda. El zurdazo de este chaval, un tiro parabólico que batió a la escuadra francesa a 25 metros de su ... portería, quedará para la historia de nuestro fútbol. Este joven futbolista es la prueba empírica de que un colectivo se enriquece con la diversidad de sus integrantes. La hazaña individual no es posible sin el apoyo del grupo. Siendo lega intuyo que en esta Selección hay conjunto, camaradería y unidad. Ese es el verdadero camino para alcanzar el éxito. Y es que en esta España nuestra en cuanto tomas distancia de la política canalla, de la arbitrariedad de las élites judiciales, del enfrentamiento necio y del veneno del odio que nos rodean a diario enseguida ves la verdadera esencia de la que estamos hechos.

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El triunfo de nuestra selección ha coincidido con un debate terrible y deshumanizado sobre la acogida a menores inmigrantes, niños y adolescentes no acompañados, que llegan a centros abarrotados de Canarias. Para ello se pide a las comunidades autónomas solidaridad y se les transfiere financiación. Se hablaba de reubicar a 6.000 menores, el PP sólo acepta 400 y Vox amenaza con romper sus pactos con el PP. Finalmente van a ser 347 (La Rioja, 4 menores). Dicen que los 'menas' amenazan la seguridad de los españoles. ¿De verdad este es el mayor problema del gran país que somos? ¿De verdad solo tenemos futuro si lo construimos desde la criminalización y el desprecio al inmigrante pobre? ¿De verdad podemos prescindir de las cuidadoras, camareros, albañiles o torneros que vinieron de fuera?

Lamine Yamal y Nico Williams son hijos de inmigrantes, sus padres las pasaron canutas. Pero, más allá de su origen, hoy estos jóvenes son España como lo son Dani Olmo, Marc Cucurella, Unai Simón, Álvaro Morata y el resto de seleccionados. Algunos creen que hacer grande a España sólo es posible desde el odio al diferente si es pobre, sacando la Armada a aguas internacionales para amedrentar cayucos o regateando solidaridad a niños que viven el drama del desarraigo ellos solos. Sin sentido común uno puede ser seducido por los apocalipsis. Así que me quedo con la Selección Española de Fútbol porque han sido como un chute de alegría, un oasis en el desierto del odio, una lección de esfuerzo conjunto que debieran aprender nuestras élites. Terminado el partido que nos metió en la final saqué del cajón la bandera de España que guardo desde que ganamos la copa del mundo el 11 de julio de 2010. Abrí la ventana y la colgué de nuevo para que quienes creen que la bandera es suya y España también sepan que la gran mayoría estamos orgullosos de vivir en un país plural, diverso, solidario, sorprendente y portentoso como nuestra selección. ¡Suerte y goles, España!

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