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A estas alturas, tratar de desmentir que Pedro Sánchez no tuvo un buen día en el debate con Núñez Feijóo es tarea vana porque una vez que un eslogan se fija en el imaginario colectivo es imposible entrar en detalles argumentales. Escribió Plutarco que «nada ... hay más digno y más hermoso que mantener la calma ante un enemigo que nos injuria». Pero claro, una cosa es decirlo y otra poder hacerlo cuando te desarman con la afilada espada de la mentira y las verdades a medias, cualquiera se quedaría perplejo. Así que ganó Feijóo y en el PP la euforia está desatada. Tanta es la contentura que Feijóo y Aznar, queriendo ganar voto 'moderado', piden a los votantes de Vox que se olviden de aventuras y vuelvan a la casa común de la que salió Abascal porque el hijo pródigo se ha convertido en el mejor aliado de Sánchez para permanecer en Moncloa. Dicen que al oírlo, en plenos sanfermines, Abascal se ha arrancado cantando una jota: «Anda y pínchame una vena / si piensas que no te quiero». Debe estar contando los días para resarcirse de las penas que le regala Feijóo mientras sueña con esa mayoría absoluta que anhela desde que dejó Galicia.
Pero chanzas aparte, el debate fue un guirigay agotador en el que la verdad fue sacrificada para dar la victoria al que con más rotundidad contó mentiras. Sorprende que quien lleva años llamando mentiroso al presidente no tenga reparos en practicar sin pestañear aquello que denuncia. Culpar con descaro a Sánchez de haber quebrado las cajas de ahorros cuando todos recordamos a Rodrigo Rato tocando la campanilla de Bankia, a Miguel Blesa condenado por la gestión corrupta de Caja Madrid y la quiebra de NovaCaixaGalicia cuando él presidía la Xunta, resultó alucinante. Tanto como verlo afirmar que el PP respaldó la revalorización de las pensiones con el IPC cuando en diciembre de 2021 votaron en contra en el Congreso y en el Senado. Pero esto son minucias cuando todo lo dicho se convierte en cuestión de fe y cada cual cree lo que quiere creer.
Aunque lo más desagradable fue la utilización del asesinato de Miguel Ángel Blanco a manos de ETA para, a renglón seguido, no ser capaz de distanciarse del vomitivo lema que se utiliza contra Sánchez, «que te vote Txapote». Creo que la broma que tanto hiere a las víctimas, sobre todo a las que no sirven a intereses políticos, está llegando demasiado lejos en un país que tanto ha sufrido con el terrorismo. Que muchos jóvenes lo cantasen sin pudor en la plaza de toros de Pamplona, solo se entiende porque ETA desapareció en 2011 y han crecido, afortunadamente, sin conocer los años de plomo. No les pasa como al poeta Ángel González: «Si me asusta la muerte, no es porque la presienta: es porque la recuerdo».
Lejos de los focos de la pantalla se escucha el réquiem por la verdad y los aplausos al ganador.
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