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Al escritor israelí Etgar Keret, crítico con Netanyahu, le recordaba un periodista su afirmación de que para poner fin a las guerras entre Palestina e Israel en vez de la creación de los dos estados lo mejor sería reconocer tres: el palestino, el israelí y ... el de los extremistas de ambos lados. A lo que Keret añade que seguro que este último sería el más poblado, por un tiempo. Pero ¿cómo se cura a un fanático?, se preguntaba Amos Oz, otro escritor judío. Él escribió que el fanatismo es más viejo que el Islam, el cristianismo o el judaísmo, es un componente de la naturaleza humana y al fanático lo define su defensa de una idea de justicia que desprecia la vida ajena porque están convencidos de que el fin justifica los medios. Todos tienen en común la creencia de que su religión y su interpretación de los libros sagrados, cuyo cumplimiento debe ser impuesto, son la ley que rige sobre todas las cosas. Desconozco qué los diferencia pero apuesto a que la mayoría de ciudadanos de Israel, de Palestina, de Irán o de Líbano sólo aspiran a que les dejen vivir en paz.
Un tiempo de terror se inició el 7 de octubre del pasado año cuando 1.200 personas fueron asesinadas por Hamás. Los terroristas entraron en Israel sembrando pánico y muerte. Las imágenes de la masacre son espeluznantes. Nadie negó a Israel su derecho a defenderse pero en un año ha destruido Gaza, sigue colonizando Cisjordania y bombardea el Líbano buscando la reacción de Irán, un estado teocrático que sojuzga a su población y financia el terrorismo de Hamás y Hezbolá.
La invocada legítima defensa ha matado a 42.000 palestinos, la mayoría niños. Un número que se me antoja demasiado alto como para considerar a todos los muertos terroristas o víctimas colaterales. Muchos nos preguntamos si esa defensa es legítima o una venganza que se parece al exterminio. Un desafiante Netanyahu dijo en la ONU que las críticas que recibe demuestran el avance del antisemitismo. Es como llenar de hogueras el bosque en agosto y sorprenderse de que crezcan los incendios. Quienes en nuestro país apoyan la espiral mortífera dicen que Netanyahu está defendiendo nuestra cultura y a nosotros del eje del mal. Me niego a creer que Netanyahu me defiende. ¡Que los dioses, todos, nos libren de justificar el odio!
Creo, como el historiador israelo-británico, Avi Shlaim que «Netanyahu quiere arrastrar a EE UU a una confrontación con Irán» y que EE UU no va a conseguir un alto el fuego porque Netanyahu «está tratando deliberadamente de ofender y humillar a Biden porque le gustaría que su amigo Donald Trump ganara las próximas elecciones estadounidenses». Netanyahu se mantendrá en el poder gracias a la guerra. El silencio de los muertos y de la comunidad internacional es tan doloroso como la certeza de que ningún fanático traerá la paz.
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