Borrar

Que «todas las familias felices se parecen, pero cada familia desgraciada lo es a su manera», lo afirmó León Tolstoi al comienzo de Ana Karenina. Dándole vueltas a esa inquietante idea he pensado que también podemos sostener que los autoritarismos y los totalitarismos se parecen ... para desgracia de quienes los padecen, incluso cuando afirman ser felices. No creo que Putin esté de acuerdo conmigo ni tampoco con el escritor ruso cuyas grandes obras, a buen seguro, no inspiran al autócrata del Kremlin, más proclive a géneros más negros y sangrientos. El mundo entero conoce que la sutileza no está entre sus cualidades a juzgar por su capacidad para eliminar adversarios políticos. Lo cierto es que disfruta sabiendo que todo el planeta cree que su larga mano es más peligrosa que el arsénico.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

larioja Nadie es eterno