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Hubo un tiempo en el que mentarle a alguien a la madre era tan grave que incluso se perdonaba que el agraviado pusiera un ojo morado al insultador. Eso de llamar a alguien «hijodeputa» siempre me produjo una reacción instintiva de solidaridad con las putas. ... No olvido los certeros versos de sor Juana Inés de la Cruz: «¿O cuál es más de culpar,/aunque cualquiera mal haga:/la que peca por la paga,/o el que paga por pecar?». Si tu madre es una puta seguro que tiene más dignidad que quien la tomó pagando o forzando lo que no hubiera obtenido de otro modo. Muchas madres fueron llamadas putas tras ser abandonadas por quienes les prometieron amor eterno y ellas solas tuvieron que sacar adelante a esos hijos de su madre y de su padre, aunque las caritativas almas solo insulten a la mujer.

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larioja La dictadura del hijodeputa