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No sé por qué extraña asociación de ideas estos días veraniegos, escuchando a Trump me ha venido a la mente una historia de la que sólo guardarán memoria los que tienen una cierta edad. En los años 70 del siglo pasado, un hombre llamado Clemente ... Gómez fundó la iglesia del Palmar de Troya. En 1968 unas niñas dijeron haber visto a la Virgen María y la credulidad llevó a peregrinar allí a mucha gente. Así fue que Clemente Gómez, que decía tener visiones y éxtasis, con su amigo Manuel Alonso y con un celestial sentido del negocio terminaron fundando la iglesia palmariana. Innumerables seguidores comenzaron a hacer donaciones para el lucrativo trajín de los amigos que llegaron a construir una impresionante basílica. Tras increíbles historietas, Clemente, que en un accidente perdió la visión pero no el sentido del negocio, obedeció designios divinos y se autoproclamó nuevo papa con el nombre de Gregorio XVII, el mismo día que murió Pablo VI, el 8 de agosto de 1978.

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