Ochenta años después de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, en el que asesinaron a más de un millón de personas, un fantasma recorre el mundo. Es el negacionismo de lo ocurrido y el elogio del ultranacionalismo de quienes ordenaron el holocausto. ... Defender esas ideas brazo en alto ya no avergüenza, por el contrario, enorgullece. Es el triste signo de los tiempos ante un futuro imprevisible. En cada momento de la historia los seres humanos viven su propia incertidumbre convencidos de la singularidad de cuanto les sucede. Hoy, el regreso de Trump ha traído al mundo dos sentimientos enfrentados: el desasosiego temeroso de lo que vendrá o la certeza de un tiempo mejor.
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El tiempo desvelará el misterio pero estamos viviendo un resurgimiento de los nacionalismos exacerbados que terminaron, como sabemos, en el auge de los totalitarismos. El lema del movimiento MAGA de Donald Trump: 'Hagamos que América vuelva a ser grande', se replica en todos los países por sus seguidores cambiando sólo el nombre del país. Todo nacionalismo es excluyente por naturaleza pero cuando se agita como único objetivo de la acción política los peligros se acrecientan. Trump al amenazar a otros países con aranceles o queriendo anexionar sus territorios estimula el patriotismo y la autoestima de los americanos. Su matonismo enaltece su supuesta grandeza y los señalados también se unen fortaleciendo su sentimiento nacional. No olvidemos que la semilla de los totalitarismos pasa por terminar con la diversidad y que el nacionalismo fue esencial en su ascenso en el pasado siglo. Eliminar al diferente fue, en el fondo, lo que hicieron Hitler o Stalin. Esto ya nos lo enseñó Hanah Arendt y lo recordamos en el 50 aniversario de su muerte.
Elon Musk, el superrico mundial, tratando de influir en la política interior de Alemania apoya a la líder ultraderechista de AfD, Alice Weidel, que dice que Hitler era comunista (risas). Dice Musk que su triunfo es lo mejor que puede pasarle a Alemania si consigue desterrar «la culpa del pasado» y la anima a combatir a quienes tiene enfrente que son los que contribuyeron a la Europa democrática de hoy tras reconstruirla tras la guerra mundial iniciada por Hitler. El mensaje es claro.
El superviviente del holocausto, Leon Weintraub, de 99 años, ha advertido estos días contra «los movimientos cada vez más ruidosos de la derecha radical y antidemocrática». Muchas víctimas están sufriendo por lo que pasa en Gaza porque se ven en el espejo de la historia. Me pregunto qué pensarían de Trump, Putin o, sobre todo, de Netanyahu, tanto Hanah Arendt como Simone Weil, ambas judías y grandes pensadoras del siglo XX. Es triste, pero creo como ellas que «vivimos en un mundo en el que el hombre ya no puede esperar milagros, ni siquiera de sí mismo».
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