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La sensación de impotencia ante la furia de la última dana nos golpea el corazón. Ofrecer nuestra solidaridad es una obligación moral, por eso la ola de voluntarios resulta emocionante. Pienso en el desgarro emocional de quienes repentinamente han perdido a un ser querido. Es ... entonces cuando soy consciente de que es más fácil llevar comida, botas o escobas que llevar consuelo a esa larga noche que es pasar el duelo de la pérdida. Te pones en la piel de quienes han perdido cuánto tenían, te imaginas en la calle con lo puesto y comprendes su enfado, su indignación, su sensación de abandono.

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