Faltan dos días para que Alberto Núñez Feijóo suba a la tribuna del Congreso en busca de ser proclamado presidente del Gobierno. Los sondeos no le anuncian un desenlace feliz, pero está decidido a intentarlo. Cueste lo que cueste. A expensas del alto precio que ... el expresidente Carles Puigdemont y sus diputados de Junts han puesto a Pedro Sánchez para que pueda repetir como presidente, Feijóo y sus padrinos han quemado los últimos cartuchos para conseguir la recompensa.
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Una vez más, para disputar la Presidencia del Gobierno de España vuelven a concurrir solo hombres, pero algún día no muy lejano una mujer llegará al Palacio de la Moncloa. De momento, el machismo tiene demasiadas raíces en nuestra sociedad, como se está demostrado en aquellos Gobiernos autonómicos en los que participa Vox. En sentido contrario han reaccionado las futbolistas de la selección española, campeonas del mundo en Oceanía, al denunciar unos modos y unas estructuras en la federación anclados en el pasado.
Mientras escribo este artículo, en España, los asesinatos por violencia de género ascienden en lo que va de año a 47 mujeres, que han dejado huérfanos a 46 niños. Recibimos noticias de violaciones en grupo -la última se conoció el viernes y se produjo en Badalona-, como si la agresión a niñas y mujeres se estuvieran convirtiendo en un deporte. Mientras algunos políticos niegan la realidad de tal pesadilla, han aparecido imágenes ligadas a la inteligencia artificial, que han desnudado a niñas a compañeras de estudios.
Está claro que nacer mujer supone una carga añadida. Y más aún, según la zona del mundo que le haya tocado. En Afganistán, por ejemplo, tras una etapa en la que las mujeres pudieron conocer algo parecido a una democracia, la retirada de Occidente las devolvió a la más profunda involución. Hoy bajo el yugo talibán las afganas sufren una serie de insoportables prohibiciones. A pesar de ello, numerosas mujeres valientes protestan a riesgo de ser castigadas, como en Irán. Allí las mujeres que no llevan velo pueden estar encarceladas hasta cinco años por esa causa. Tan dura es la vida para millones de mujeres en el planeta que la reciente catástrofe de Marruecos hace temer por la integridad de las niñas huérfanas, los matrimonios forzados y la trata.
Ahora, mientras en Moncloa se instala el nuevo Ejecutivo, no renunciamos a que en su agenda de prioridades apueste por valorar del papel de la mujer, sin concesiones, ni ñoñerías. No falta mucho.
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