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Margarita Sáenz-Diez
Domingo, 26 de febrero 2023, 00:32
Es cierto. La ministra de Igualdad, Irene Montero, lleva una carrera fulgurante a sus treinta y pico años. Afortunada. De entrada, Pedro Sánchez necesitó ampliar su base de diputados para formar el nuevo Ejecutivo. El apoyo de Ciudadanos parecía necesario en un Gobierno de coalición ... pero su desafortunado líder de entonces, Albert Rivera, no quiso abandonar el papel que le guardaban sus mayores desde el Partido Popular: seguir siendo el báculo de Génova por el centro, si lo necesitaban. Mal cálculo, porque Rivera acabó fuera de juego y todo apunta a que a su formación no le espera un futuro mejor. Esto pasa cuando uno se equivoca al decidir con quién quiere ir de comparsa. Sánchez no tuvo más remedio que formar gobierno con los morados de Pablo Iglesias, aunque con reparos y prevenciones.
Unas suspicacias que parecen fundamentadas. Si la salida de Iglesias del Gobierno supuso un cierto alivio para las tensiones internas del Ejecutivo de coalición, Irene Montero ha sabido mantener el fuego de Unidas Podemos y las discrepancias entre los socios son cada vez más sonoras. En el ínterin, desde el Ministerio de Igualdad se han alumbrado dos leyes que traen de cabeza a unos y a otros. La ley del 'solo sí es sí', una norma que tiene un valor indudable al garantizar que ninguna agresión de carácter sexual quede sancionada por debajo de su gravedad, ha traído efectos no deseados al producirse revisiones y rebajas de penas para algunos de los que cumplían ya condena en prisión. ¿Exceso de confianza? ¿Deficiente estudio de las consecuencias legales transitorias? El caso es que negó cualquier circunstancia adversa para gozo de la oposición que se relame ahora con el desastre.
Otro asunto conflictivo es la ley trans, que remueve los obstáculos para que quienes no estén de acuerdo con su identidad puedan resolverlo, incluso a tierna edad. Todo esto sucede en medio de una profunda división en el antes sólido núcleo feminista socialista, que no está de acuerdo con la visión del Ministerio de Igualdad en estas cuestiones y, además, en puertas de que se abran las urnas. Estamos ante uno de los temas políticos más complejos: la lucha de Montero para evitar que Yolanda Díaz le haga sombra en su liderazgo a la izquierda del PSOE, con la inestimable ayuda de la actual líder de Podemos, Ione Belarre. Las dos ministras no deberían olvidar que Díaz está intentando con más o menos aciertos resolver los problemas que más afectan a todos, los del bolsillo. Además de moderar sus iniciativas legislativas, deberían templar un enfrentamiento que solo puede llevar a ampliar las heridas en una izquierda necesaria.
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