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En tiempos políticos tan crispados y antipáticos como los actuales, hemos sido testigos de la regañina que Juan Carlos Unzué dirigió a los diputados en el Congreso, que debería avergonzar a quienes nos representan en la Cámara baja. Unzué, aquejado de ELA, reclamaba junto a ... otras personas con la misma enfermedad la aprobación de una ley que permitiera aliviar las cargas económicas y sociales que sufren los que la padecen y sus familias. Lo hicieron en unas jornadas celebradas en la sede parlamentaria para impulsar una iniciativa legislativa que cubra ese vacío legal -una norma similar se aparcó hace dos años por las elecciones- y, desde entonces, más de dos mil personas han fallecido víctimas de esa terrible enfermedad.
A la cita acudieron solo cinco parlamentarios. Cinco. Eran los portavoces de Sanidad -la comisión encargada de debatir y aprobar la norma- de los partidos mayoritarios en el Congreso de los Diputados -PP, PSOE, Vox, Sumar y Junts-, además de la ministra de Sanidad. Como representación, podría ser válida, pero a Unzué le pareció escasa. «Creo que he contado cinco», dijo. «Me imagino que el resto tendrá algo muy importante que hacer, ¿no?». Junto a él, los enfermos apoyaron sus palabras.
Los diputados suelen debatir acerca de todo tipo de asuntos, pero siempre tamizados por las intenciones posteriores de cada formación. Si se habla de construir, por ejemplo, una vía de ferrocarril para acortar distancias entre territorios, de inmediato saltará el reproche de por qué no se hace ya -unos- y de por qué no se hizo en su momento -otros-. Si se refiere a una norma para garantizar la libertad de utilizar en el Parlamento una lengua vernácula, se cruzarán acusaciones sobre las molestias que eso podría acarrear, si se trata de un regalo al independentismo o si lo que se pretende es reprimir el uso del idioma constitucional.
En demasiadas ocasiones, temas de interés general se convierten en cuestiones abstractas pero que van perfilando las posiciones de cada fuerza política. Y, si coinciden en etapas preelectorales, permiten dar lustre a las divergencias entre partidos y defender las opciones de cada uno. Mientras el hemiciclo del Congreso sigue inmerso en el debate en torno a conceptos como amnistía, terrorismo, 'lawfare' o ilegitimidad, la visita de los enfermos de ELA debió ser motivo para que sus señorías abandonasen unos minutos sus tareas. Habrían tenido la oportunidad de conocer de primera mano esa realidad. Mejor eso que enrocarse en el reflejo de su propio espejo.
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