A estas alturas, ante una legislatura de vértigo, parece que un sector de congresistas y senadores está más atento a sus intereses personales o de grupo que a las necesidades de la sociedad. El pasado miércoles, en la sesión celebrada en el Senado por estar ... el Congreso en obras, se votaron tres decretos leyes vitales por muchos conceptos, ya que sus efectos iban a recaer directamente en los bolsillos, el empleo, la cesta de la compra, el bienestar de las personas con menor poder adquisitivo o en situaciones muy delicadas. Algunos grupos parlamentarios miraron para otro lado. Se encogieron de hombros.

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Pues bien, para ansiedad de pensionistas, parados, consumidores y de todos aquellos a quienes beneficiaban las directrices debatidas el miércoles, la oposición (PP y Vox) se negó a dar su voto favorable. Mientras, el centro independentista de Junts se hacía de rogar para pasmo de todos y Podemos decidió que no iba a permitir que saliera adelante el decreto que favorecía hasta las madres lactantes, por poner otro ejemplo.

A muchos de los que suelen ir en coche al trabajo, el transporte gratuito o subvencionado les importa un bledo y el que tiene un sueldo sabroso puede considerar que la subida de 40 euros al mes para un jubilado no tiene mayor importancia. Los que piensan así están muy alejados de la realidad, pero su despreocupación les hace culpables. Y su insolidaridad se agrava porque habiendo sido elegidos con los votos de los ciudadanos ignoraron el bien común. Además, las señorías contrarias a esas propuestas tan razonables no explicaron las razones de fondo del porqué de una decisión que ignoraba mejorar lo más básico.

Visto con perspectiva, no sorprende que ya en 2016 tres de cada cuatro españoles creían que los políticos ignoran a la gente, según una encuesta del CIS. Y más recientemente, en noviembre de 2023, otro sondeo señalaba que la política se sitúa en la última posición en el ranking de confianza de los encuestados.

Tanto escepticismo demuestra sin duda la desafección de la ciudadanía hacia algunos partidos. En esas formaciones hay líderes que pueden haberse transmutado en marcianos, preocupados por otros planetas que no es este. Alberto Núñez Feijoo declaró tras la sesión plenaria en el Senado que lo ocurrido era una deshonra. Podría detenerse el presidente popular en reflexionar en qué otros puntos mantienen la deshonra los que no mueven un dedo a la hora de poder aliviar las cargas de los ciudadanos. Porque no se puede jugar con las cosas de comer.

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