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Como santo Tomás, que tuvo que introducir la mano en la herida del costado de Cristo, causada por un centurión, para cerciorarse de que era su maestro, el exhonorable Carlos Puigdemont esperó a que le entregasen el acuse de recibo del escrito que el ministro ... de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, había dirigido a la presidencia del Consejo de la Unión Europea, para apoyar la presidencia de Francina Armengol en la Mesa del Congreso. Eran las ocho y cuarto de la mañana cuando Albares tramitó la petición para que las lenguas catalana, vasca y gallega sean reconocidas como oficiales en la UE. Un requisito (el del catalán) exigido por Junts, a quien Esquerra Republicana ha ido todo el tiempo pisándole los talones. A su veterano exportavoz en el Congreso, Joan Tardá, le faltó tiempo para ridicularizar a sus oponentes nacionalistas dándoles la bienvenida «a la política de ERC, ñorda, traidora y 'botiflera'».
Sobre ese acuerdo, que aún debe ser validado en Europa, el expresidente de la Generalitat refugiado en Waterloo había exigido hechos comprobables antes de que sus indispensables siete diputados de Junts dieran su plácet para que la Mesa del Congreso fuera presidida por la candidata del PSOE. En la prensa del sector soberanista, la noticia se recibió con gran regocijo: «El acuerdo de Puigdemont con Sánchez, un hito histórico para el catalán». ¿Pero, qué ocurrirá con la investidura? El abogado Gonzalo Boye, que sigue siendo el puntal de Puigdemont en la sombra, ha retuiteado la postura oficial de la Casa de la República en Waterloo: «Puigdemont avisa que la amnistía y la autodeterminación son claves para la investidura». A Boye se le considera una roca inamovible en sus consejos a Puigdemont, por lo que no es baladí ese recordatorio.
Por su parte, el presidente de ERC, Oriol Junqueras, ha advertido al PSOE que el compromiso para avanzar en la requerida desjudicialización del conflicto, implica la aprobación de una ley de amnistía en el Congreso.
Así, no se anuncia muy sosegado el ambiente en la nueva Mesa del Congreso, aunque la presidenta Francina Armengol tiene una larga experiencia en gobernar Baleares junto a partidos nacionalistas. Por el contrario, el buen entendimiento de la presidenta del Congreso con la Casa Real, cimentado en la repetida presencia en verano del rey Felipe y su familia, permitirá fomentar el diálogo cordial con el nuevo Gobierno, apoyado por un bloque de partidos entre los que se encuentran varias formaciones que rechazan el sistema monárquico, como han vuelto a demostrar con su reciente negativa de acudir al palacio de la Zarzuela a saludar a Felipe VI. Ya veremos.
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