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Me admirada Meritxell Batet preside un Congreso de los Diputados con una mayoría de hombres que se dedican a lanzarse vituperios desde la tribuna de oradores o a alborotar en sus escaños para contrarrestar la voz del oponente. Batet es capaz de impartir orden con ... tonos de advertencia, interrumpiendo al orador para desarticular el gallinero que se organiza en determinados sectores del hemiciclo. El peso de ser mujer se hace notar en esos puestos difíciles que requieren control y mano izquierda.
Pienso también en la imagen de serenidad y mesura de la vicepresidenta del Senado, Cristina Narbona. Y es de admirar la solidez del feminismo de Carmen Calvo, que fue una excelente vicepresidenta y diputada y que ha sabido hacer frente a las arriesgadas y lamentables propuestas de la ministra de Igualdad, Irene Montero.
Otra que fue presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor, veterana militante del PP, destacó por su prudencia y bien hacer frente a un Congreso que ya derivaba hacia un patio de vecinos. Buscó la concordia con paciencia innegable y aún ahora, como vicepresidenta segunda de la Cámara Baja hace honor a su trayectoria.
Hay otras protagonistas de la vida política que han intervenido o intervienen en el foro de la soberanía popular rindiendo cuentas de su tarea al frente de un ministerio o presentando iniciativas legislativas. Tiempo atrás brilló Carme Chacón, cuyo corazón falló definitivamente, después de una vida conviviendo con una patología congénita, cuando todavía tenía pendientes muchas cosas que hacer o qué decir. Sorprendió que, recién nombrada ministra de Defensa, pasara revista a las tropas embarazada de siete meses, y cinco días después se trasladó a Afganistán. En sus intervenciones en el Congreso, dejaba ver su coherencia de manera lúcida y contundente que apostaba por la necesidad de autorizar misiones vitales para la geoestrategia y la economía del país.
En España hemos tenido mujeres excepcionales que han abierto caminos cuando han alcanzado el cargo en un mundo de hombres. En los cinco Años de la II República y con tres elecciones generales de por medio, celebradas entre 1931 y 1936, se contaron más de mil diputados en total, entre los que solo figuraron nueve mujeres. De ellas, dejaron huella, sobre todo, las intervenciones de Margarita Nelken, Victoria Kent, Clara Campoamor y Dolores Ibárruri.
En esta semana que se acaba y que empezó con la moción de censura surrealista presentando a Ramón Tamames como candidato alternativo, ha destacado otra mujer: Yolanda Díaz. No solo rebatió con aplomo los argumentos extravagantes procedentes del candidato de Vox, sino que expuso de forma sencilla y gráfica un programa de acciones a realizar como continuidad de las que ha llevado a cabo el Gobierno de coalición en todos los terrenos y, en particular, en lo económico y social. También valoró el trabajo de varios miembros del Gobierno de coalición, tendió puentes hacia los compañeros de su propio grupo de origen a pesar de los rechazos que ya exhibe Podemos y, no en vano, proyectó luz de ilusión sobre el futuro más próximo.
Ella, sus antecesoras y un tropel de mujeres demuestran cada día que las mujeres consiguen mucho más con tenacidad, empatía y pasión.
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