La Consejería de Educación del Gobierno de La Rioja se retractó ayer de una decisión aparentemente consolidada unas horas antes que contemplaba suprimir en la oferta educativa del próximo curso tres aulas de Educación Secundaria Obligatoria en los centros concertados de Salesianos, Jesuitas y Santa María, de Logroño. La rectificación, que el equipo de Pedro Uruñuela desveló sobre la marcha en la reunión de la Comisión de Conciertos, sorprendió a los responsables de los centros afectados tanto como a los representantes sindicales. Un detalle que permite presumir cierta improvisación en una decisión que afecta a la planificación educativa del próximo curso y que tiene, a la vez, una enorme carga política en tanto que la exigencia de recortes en los acuerdos con la enseñanza concertada son para IU y Unidas Podemos parte nuclear del pacto de Gobierno. Las razones demográficas que anteayer justificaban la conveniencia del recorte se convirtieron ayer en una oportunidad para «ir a un modelo de menos alumnos por aula que ayude a la mejora de la calidad de la enseñanza». Un argumento tan incontrovertible como cuestionable la improvisación. Y la falta de coordinación en la Consejería o en el Ejecutivo.

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