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La noticia que me ha emocionado esta semana ha sido el cumpleaños de Julio Iglesias, nuestro mejor octogenario del mundo. A mí Julio Iglesias siempre me ha gustado porque le gustaba a mi madre. Me encanta cuando Julio afirma «amo la vida y amo el ... amor». A eso venimos a este mundo, no se olvide, a amar la vida y el amor. Cuando sales de España, cuando viajas, cuando estás, no sé, en Italia, o en México, o en Estados Unidos, o en Alemania, o en Francia, o en Turquía, o en Japón, y te identificas como español, te auxilian muy pocos nombres internacionales. Uno de ellos es Julio Iglesias. Otro es Don Quijote. O el nombre de dos equipos de fútbol: el Real Madrid y el Barça.
En Estados Unidos no tienen ni la menor idea de quién es ni Pedro Sánchez ni Puigdemont ni todos los demás. Pero sí saben quién es Julio Iglesias. Eso lo he comprobado yo porque me divierte estos experimentos sociológicos. ¿Sabes quién es Pedro Sánchez?, pregunto a un amigo neoyorquino. No, no lo sé, ¿tendría que saberlo?¿Tal vez un torero? Y a Julio Iglesias, ¿lo conoces? Y entonces te dicen arrebatadamente: «I love Julio». En Italia lo adoran. Y en México es dios. El cumpleaños de Julio se ha mezclado en los medios de comunicación con la amnistía que Sánchez le va a dar a Puigdemont.
Yo creo que Sánchez tiene en su filosofía política algo de las canciones de Julio, sobre todo cuando Julio dice «si tengo que olvidar, bebo y olvido», o cuando confiesa que es «casi fiel en el amor». Sánchez también bebe y olvida y no es fiel en el amor. La amnistía que se nos viene encima podrá parecernos irritante, pero en verdad es una obra maestra de desactivación del independentismo. Sánchez no solo miente a la derecha, al centro político y a su propio partido, a la socialdemocracia. Le miente también a la izquierda de su izquierda y le miente a todos los independentismos. Es tan infiel en el amor como Julio Iglesias.
Nadie ha hecho más por la unidad de España, aunque sin pretenderlo, que Sánchez, y aunque lo haga a la manera del malabarista y parezca que está destruyendo España. Es irritante que nos mienta, sí, pero es que Pedro Sánchez «ama la vida, ama el amor». Y además es «un truhán y un señor». Se mezclan Julio y Pedro. Porque aunque las formas sean algo exasperantes, aunque la amnistía sea una palabra muy estomagante, lo único cierto es que «la vida sigue igual». Pobre Puigdemont. El abrazo de Pedro/Julio le va a dejar sin flequillo.
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