Es imposible, seas de la ideología que seas, no estar de acuerdo en algún momento del tiempo y del espacio con Pedro Sánchez. Parece una innovación tecnológica más allá de cualquier ortodoxia política, porque la política, tal como la conocemos, fue una creación del siglo ... XIX y del siglo XX y del siglo XXI hasta la llegada de Pedro Sánchez, que inaugura la política cuántica. Las cosas no son de ninguna forma, están en un proceso de mutación constante. Los átomos ideológicos pueden estar en dos sitios al mismo tiempo.

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La certidumbre de la física clásica dejó paso a una dimensión de probabilidades, que apuntan a la inestabilidad de la materia. Esto ha llegado a la política. El principio de incertidumbre de Heisenberg ha sido trasladado a la política española por la mano de Pedro Sánchez, quien será estudiado en el futuro en todas las universidades del mundo por haber creado la desmembración ideológica, es decir, la oxidación de la ideología no en un proceso de décadas sino de horas.

Ha sido España la que ha descubierto que se puede ser dos personas diferentes con una pequeña variación de tiempo, en cosa de 48 horas, y no en cosa de dos o tres décadas, como venía siendo el obsoleto patrón de la política viejuna. Es imposible no aplaudir a Sánchez en algún momento del espacio/tiempo. Lo dijo Alfonso Guerra, que él siempre había estado de acuerdo con Sánchez. Pero mientras los átomos de Sánchez están en perpetuo y maravilloso movimiento infinito en el espacio/tiempo, los de Guerra se quedan todo el rato en el mismo sitio, ese es el problema.

También el problema es que Pedro Sánchez no sabe lo que acaba de descubrir. A lo que acaba de descubrir el buen hombre le llama, en un ataque de iracunda humildad e intensa modestia, «cambio de opinión», cuando su descubrimiento es nada menos que la política cuántica, por la cual merecería el Premio Nobel. A todo gran descubridor de nuevas dimensiones del espacio y del tiempo le espera la incomprensión y el martirio. Muchos querrán quemarlo vivo, como le paso a Giordano Bruno y a tantos otros.

La irreversibilidad ideológica era una superstición, como ya decían los filósofos franceses de la posmodernidad. No estábamos preparados en España para tener un Pedro Sánchez que se multiplica en diferentes planos, con diferentes identidades, como hace Keanu Reeves en la película 'Matrix'. Puede ser que Pedro Sánchez ignore que es el Elegido, como le pasaba a Keanu Reeves. La política cuántica es muy traidora y se mete en los cuerpos sin que estos se den cuenta.

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