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Hace unos días di una entrevista a un medio de comunicación en donde entresacaron como titular lo siguiente: «La poesía no tiene lectores, es un género muerto». Este titular se propagó como la pólvora por las redes y un montón de poetas se enfadaron conmigo, ... sin ni siquiera leer la entrevista entera y sin tener en cuenta el hecho de que yo llevara cuarenta años leyendo y escribiendo poesía. Fui víctima de esa famosa estrategia tan humana que se basa en matar al mensajero cuando este anuncia una verdad que no queremos oír. Es cierto que dije que la poesía no tiene lectores, pero también dije que yo amaba la poesía y que llevo toda la vida intentando que se lea poesía, intentando difundirla, pero esto lo afirmé dentro de la entrevista y no acaparaba el titular. La gente solo lee titulares, así es la vida hoy.
Pues también dije que había seguido con esperanza el resurgir del género poético a través del éxito de la poesía juvenil y sentimental que sí tiene miles y miles de lectores, y que ha hecho que las librerías tengan muy visible (antes no era así) una sección nutrida de poesía. Yo estaba pensando en el agotamiento de la poesía culta, que tiene más vida institucional que literaria, porque eso lo llevo viendo desde hace muchos años. Y en el hecho de que los lectores de la llamada poesía culta son también poetas. Y de esta idea sí que no va a apearme nadie. Creo que cuando dije que la poesía no tiene lectores y que está muerta estaba escribiendo un poema personal, una lamentación íntima, como una lágrima convertida en palabras un tanto acres. Quizá mi manera de llorar pudo molestar a algunos, desde aquí les pido disculpas. Aunque pedir disculpas en este mundo que hemos creado da igual pues nunca son aceptadas.
Lo que me pasa es que me gustaría ver los teatros y los estadios de fútbol llenos de gente escuchando a los mejores poetas de la actualidad. Me gustaría ver a los buenos poetas firmando libros en las ferias, y no a los youtuberos, y como eso no pasa me entristezco. Si he pecado de algo es de no conformarme con esa tesis juanramoniana de que la poesía es para una inmensa mayoría. Creo que es una tesis muy consoladora si se quiere, pero también muy derrotista. Porque lo más paradójico es que la gente necesita poesía para vivir. Si no la encuentra en los poemas, la busca en la música, en el cine, en las novelas. Me acuerdo ahora de aquel verso memorable de Nicanor Parra: «Todo es poesía, menos la poesía».
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