Nosotros, la gente normal, los españoles y españolas que nos apañamos como podemos, tenemos el destino de este país en nuestras manos. No por ir a votar cada cuatro años, y elegir tal o cual gobierno, sino por algo más sutil y más profundo. Podemos ... elegir llevarnos bien, pensemos lo que pensemos en política, religión, moral, etc. Porque llevarse bien con tu vecino, con tu compañero o compañera de trabajo, o con cualquiera que pase por la calle es un acto revolucionario. Un país se construye con estos tres saludos: «buenos días», «buenas tardes», «buenas noches». Un país se convierte en el mejor país del mundo cuando dices todo el rato «muchísimas gracias, ha sido usted muy amable».
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El odio, la ira, el insulto son subdesarrollo de la inteligencia. Es verdad que muchas veces tendremos que mordernos la lengua, pero valdrá la pena si conseguimos así la fraternidad. La tolerancia y la educación, en países sofisticados y desarrollados, son más importantes que los credos políticos inamovibles. La sonrisa y la bonhomía y el abrazo son armas políticas de vanguardia que acaban creando riqueza económica y avances sociales. En estas fechas felicitar las navidades con pasión a todo el que se cruce en tu camino, sea de extrema izquierda, de extrema derecha, independentista, separatista, liberal, socialdemócrata, sea incluso extraterrestre, es importantísimo. Porque se vive mejor queriendo a todo el mundo que queriendo solo a la mitad del mundo. La división empobrece a los países, aparte de que la creación de bloques ideológicos es algo rancio y viejuno.
Cuando salgo de mi casa y cojo el ascensor y coincido con mi vecino le digo un «buenos días» que retumba en toda la escalera y lo oyen hasta los ángeles del cielo y acompaño ese «buenos días» con una sonrisa tan grande como el Santiago Bernabéu. Para los cuatro días que estamos vivos, madre mía, gastar dos en odiar me parece estúpido y un fracaso de la inteligencia. A mí me gusta hablar con todo el mundo. Y yo sé que hay millones de españoles como yo, que les gusta hablar con todo el mundo, porque somos hombres y mujeres intentando salir adelante. El teatro del odio que montan nuestros políticos, que se lo coman ellos. Quizá ese teatro les salga rentable. Pero la gente tiene que elegir la fraternidad y el abrazo. La gente tiene que elegir un Feliz Navidad que retumbe en el universo. Elige el beso, el amor, la celebración de la vida con todo bicho viviente. No hay dos Españas, ni tres, ni una. Hay solo buena gente intentando vivir sin hacerle mal a nadie.
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