Yo acuso a las administraciones públicas españolas, estatales, autonómicas, locales y a todos sus gestores económicos, especialmente a los interventores, de maltrato documental continuado a los escritores y escritoras españolas, de exigirnos, a la hora de cobrar nuestro trabajo, una delirante documentación constitucionalmente innecesaria, a ... saber: certificado bancario de que la cuenta a la que se va a hacer el ingreso es tuya (de quién demonios va a ser si no), factura con firma electrónica, certificado de estar al corriente de tus pagos en Hacienda, en la Seguridad Social, alta de terceros y de proveedores en la correspondiente administración, y alta telemática en la Administración a la que facturas.

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Muchos escritores no se mueven de sus casas. Para qué ir a ningún sitio, si te van a pagar 300 euros por una charla y para cobrarla vas a invertir, dejando aparte los dos días de viaje, doce horas de martirio administrativo y electrónico. Que vaya Cervantes a dar la charla, decimos todos y todas. Luego ves a los cargos políticos afirmar campanudamente que para ellos la cultura es la gran prioridad de su mandato.

Los interventores de las administraciones públicas españolas odian a los escritores. Les gustaría que se murieran de hambre. Y como son los interventores los que gobiernan las administraciones y no los políticos, pues los interventores han desarrollado todo un muestrario satánico y sádico de torturas y maltratos para dilatar el pago de las conferencias, charlas, mesas redondas, ferias del libro y diversas participaciones que los escritores y escritoras desarrollan como trabajo profesional de divulgación de la cultura. Yo ya soy viejo y sé lo que hay detrás, porque conozco bien a los hipócritas. Lo que hay detrás es la consideración por parte de los técnicos económicos de la Administración de que contratar a escritores es tirar el dinero público.

Yo lo que pido es que no sean hipócritas y que lo digan. Que digan los interventores de la Administración que ese dinero que los políticos se gastan en fomentar la lectura debería ir a sus nóminas de interventores porque ese sí es un trabajo de verdad y no a las cuentas de esa gente sin oficio ni beneficio a los que llaman escritores cuando lo que deberían de llamarles es «parásitos sociales».

No, no es normal que un pobre escritor tenga que convertirse en gestor, ingeniero informático, y contable. Alguien se está riendo de nosotros a mandíbula batiente. Y muchos callan.

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