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A veces cuenta Manolo González lo de aquel concierto de Albano en Logroño cuando se fue la luz de la sala y el público empezó a entrar en pánico. Eran los tiempos duros de ETA, había bombas y muertes cada semana y nadie sabía qué ... estaba pasando allí. Entonces el locutor cogió el único micrófono que funcionaba fruto de alguna batería interna y pudo calmar a la audiencia con esa voz suya que es como el sonido del hogar, porque la voz del maestro es la puerta abierta de casa en una noche de frío. Manolo tranquilizó al personal y más tarde Albano le dio la enhorabuena por sus tablas y su temple.
Durante las horas del lunes en las que cayeron Instagram, Facebook y WhatsApp yo pensaba en el apagón de Albano y en las miles de personas que necesitarían la voz de Manolo para calmarse.
Hubo gente muy nerviosa, pero otros disfrutaron. Se produjo un silencio glorioso en los grupos de WhatsApp de los padres del colegio que, según me cuentan, son el séptimo anillo de los infiernos de Dante. También me dio por imaginar algún chaval que por fin reunió el valor y se declaró a esa chica. Un mensaje mil veces fantaseado y reescrito otras mil, tallado sobre el teclado y enmarcado en la pantalla con el mimo y el cuidado de los frisos del Partenón. Al final tragó saliva, pulsó el botón de «enviar» y luego cayó el telón. Silencio. Error. ¿Se ha enviado? ¿Qué está pasando? No va. Quiero pensar que esa noche hubo millones así, soy un eterno romántico.
Creemos que las grandes tecnológicas están llenas de genios y futuros premios Nobel, pero no. Han dicho que todo fue un fallo humano, y es que ahí también hay ineptos capaces de dejar temblando internet durante horas. Es tentador imaginar a ese pobre inútil paralizado de miedo al ver la que había liado y disculpándose luego al modo de Steve Urkel en 'Cosas de Casa' cuando, después de montar algún desastre sensacional y estruendoso, preguntaba con las gafas blancas de polvo «¿He sido yo?»; el error del otro día le costó a Zuckerberg 6.000 millones de dólares. Puede que necesitara oír la cálida voz de Manolo.
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