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A veces cuenta Manolo González lo de aquel concierto de Albano en Logroño cuando se fue la luz de la sala y el público empezó a entrar en pánico. Eran los tiempos duros de ETA, había bombas y muertes cada semana y nadie sabía qué ... estaba pasando allí. Entonces el locutor cogió el único micrófono que funcionaba fruto de alguna batería interna y pudo calmar a la audiencia con esa voz suya que es como el sonido del hogar, porque la voz del maestro es la puerta abierta de casa en una noche de frío. Manolo tranquilizó al personal y más tarde Albano le dio la enhorabuena por sus tablas y su temple.

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larioja Manolo y Albano