Manías de hermanos

Si los espectadores que asistieron ayer al pase del filme turco, El cuento de las tres hermanas, contemplaron la unión de tres chicas de distintas edades para luchar contra un destino pactado de antemano por su condición de mujer, en la sesión de hoy, dos hermanos ganaderos que mantienen una distancia insalvable, expresan su animadversión en un ambiente rural, matizado por el frío, y su enfrentada rivalidad por poseer el mejor carnero de la zona.

Drama temperamental sobre las manías, odios y resentimientos familiares. Un planteamiento arisco y peleón que indaga en las perturbaciones humanas que es utilizada por el cineasta para describir la tensión de una relación fraternal como un retrato costumbrista de uno de los vectores económicos del país, el pastoreo. Dos hombres solitarios, pétreos, que se esconden en sus granjas y cuya principal razón de su existencia es su enconado odio. Mantienen diferencias orgullosas que los empuja a convertirse en enemigos y pelearse por conquistar el premio al mejor ganadero.

La pugna y su competencia tiene fiereza. Los dos intérpretes, Siguröur Sigurjönsson y Theódúr Júliusson, con sus aspectos de vikingos talluditos, muestran sus garras, con minimalismo, con pequeños gestos y miradas furibundas. De vez en cuando se cuela algo de sentido del humor, necesario para rebajar la pelea y encaminar el choque shakesperiano hacia la redención.

Película notable, bella en su aspecto visual y paisajístico, árida en sus emociones y didáctica en su contexto rural. El cainismo sobre la envidia es una maldad tan vieja como el cine.