
El 28 de octubre de 2021, cuando llegué a casa de madrugada me esperaba un bebé dormido en su cuna y otro proyecto golpeando la ... barriga de su madre. Y me derrumbé. La imagen de la pureza infantil, el sonido de su respiración plácida, la promesa de un mañana... Entre lágrimas no podía dejar de pensar en la familia de Álex, en lo que les acababan de quitar y ya nunca recuperarían. Todo se lo había arrebatado un hombre, un asesino, un demonio que ya había sembrado de dolor y muerte a otras familias. La maldad absoluta, el asesinato de un niño.
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Fue un día de silencios, de incomprensión, de dolor. En 20 años nunca había visto a compañeros tan tocados, a una redacción hundida. Todos morimos un poco aquella noche. También los centenares de vecinos que aguardaban mudos sobre el césped del parque de Entre Ríos. No estaban ahí por curiosidad, sino paralizados, incrédulos, esperando que lo que sabían que había ocurrido realmente fuese una mala broma pesada.
Pero la masiva presencia policial, los gritos de familiares, los precintos, las ambulancias... Los disfraces de Halloween no pueden enmascarar la muerte cuando esta llega. Ni la aparente apatía frenar la explosión de odio que estalló cuando los agentes se llevaban a Francisco Javier Almeida. Muchos clamaban justicia, pero querían venganza. Porque nunca habrá justicia para el asesino de un niño.
Esa noche, preguntamos cuando no nos salía la voz y escribimos palabras incapaces de reflejar lo que vimos. Hicimos nuestro trabajo, cerramos un periódico, rescatamos de la hemeroteca la figura de un personaje despreciable y nos fuimos lamentando, por unas horas, haber elegido esta profesión, haber estado allí y sentido el horror. Nos marchamos sabiendo que al día siguiente sería igual, que el lodo negro nos seguiría impregnando hasta que Álex dejase de ser un titular periodístico y se convirtiese en un recuerdo. Un recuerdo que vive en esa familia destrozada pero también en esta casa y en la sociedad riojana. Porque desde hace un año Álex no ha dejado de acompañarnos.
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