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Es curioso que hace ahora aproximadamente un año, me encontraba yo enfrentándome a un examen de oposiciones en el que uno de los temas a ... desarrollar era el siguiente: «El agua como recurso esencial: retos y perspectivas». En aquel entonces, la mayoría de los opositores que nos presentamos a aquella convocatoria nos quedamos extrañados con el tema. Así lo manifestaron muchos en redes sociales, quienes no entendían, como yo, la actualidad y relevancia del tema. Ahora, un año más tarde, el agua, ese recurso esencial, nos ha demostrado a todos su actualidad e importancia.
Lo acontecido en Valencia con la trágica DANA ha arrasado no sólo el territorio de la Comunidad, sino el corazón de todo el país. Y ha sacado a relucir la mala gestión de este recurso, tanto como la urgente necesidad de mejorarla. El futuro del agua es ahora un punto de debate principal en la agenda política española, tanto a nivel estatal, como autonómico y local. Incluso aquí, en La Rioja, los recientes acontecimientos nos han hecho ponerlos las pilas al respecto. Que como bien dice el dicho, cuando las barbas del vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar. Así, en la capital riojana, se ha comenzado a dar mayor celeridad al proyecto para intervenir en el cauce del río Ebro a su paso por la ciudad y minimizar el riesgo de inundaciones.
Dicho esto, y apartándome un poco del tema del agua, me viene a la cabeza una segunda idea sobre la que también considero importante reflexionar. Me pregunto cuánto van a tardar en venir a decirnos en todos los discursos que tenemos que superar esta nueva adversidad con resiliencia. Nos hablaron de una España resiliente para superar la crisis del COVID, de una España resiliente para capear la crisis económica y ahora nos hablarán de una España resiliente para enfrentar los efectos del cambio climático. Lo que pasa es que yo ya estoy un poco harta de escuchar esa palabra que los políticos han decidido repetir como un credo para alardear de la capacidad de adaptación ante los retos que pueda enfrentar el país. Pero, ¿de qué capacidad hablan? ¿De la suya como dirigentes? ¿O únicamente de la de una ciudadanía ya medio acostumbrada a encadenar una desdicha con otra?
Leí en un artículo que «a mayor capacidad resiliente de las clases sociales explotadas, mayor capacidad corrupta de las clases explotadoras». Y no puedo estar más de acuerdo. Porque ya es hora de que dejen de venir a aconsejarnos que aceptemos de buena gana y con buena cara las meteduras de pata. Quizá ya sea hora de que aquellos que tienen capacidad de actuar, en vez de tanto repetir estos conceptos tan modernos en sus ruedas de prensa, se dediquen ya ni si quiera a evitar esas adversidades (que tal vez sea mucho pedir); pero, por lo menos, a adoptar soluciones eficientes. Porque las palabras, por muy bonitas que sean, si no se convierten en hechos, sólo son papel mojado.
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