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Hace unas semanas, en este medio de comunicación, entrevistaron a una mujer que, además de tener el placer de hallarse entre mis amistades, ha sido capaz de alcanzar altos logros profesionales en un tiempo relativamente corto y con una alta tasa de éxito. Si, además, ... conoces sus circunstancias personales, entre las que se encuentra su reciente maternidad, hace que la admires mucho más. ¡Felicidades, amiga! Que la sororidad nunca está de más en estos tiempos de la competencia desmedida.
A lo que iba, en esa entrevista a la que hago referencia y que respondía a la actualidad de su campo de trabajo, se hacía un guiño a su maternidad. Tengo claro que el uso de esa mención fue para poner más en valor su labor investigadora, como he hecho yo en el primer párrafo. Sin embargo, no debemos olvidar que el machismo, aunque benevolente, sigue siendo discriminatorio hacia la mujer porque... «¿Se habría hecho esa referencia en caso de ser un varón con una reciente estrenada paternidad?» Sinceramente, lo dudo muchísimo. Al igual que dudo que a mi pareja le pregunten, cuando le ven sin su hijo, que dónde ha dejado a la criatura porque se da por hecho que está con la madre ¿Con quién iba a estar si no? Cáptese la ironía. Créanme, el niño puede sobrevivir sin estar las veinticuatro horas del día pegado a mí.
Y este es el pan nuestro de cada día. Da igual cuál sea nuestra profesión, si estás de excedencia, si has pedido reducción de jornada, si, por el contrario, has decidido centrarte en tu carrera profesional... Los cuestionamientos o las referencias acerca de la criatura siguen recayendo en las mismas. Para bien y para mal. Es decir, si haces lo que la sociedad entiende que debes hacer se te aplaude... Pero ay, amiga, como seas disidente y hagas algo fuera de lo esperado... Prepárate, en el mejor de los casos, para la retahíla de consejos no pedidos.
Decidimos ser madres, pero ¿en qué momento hemos decidido que todo lo que nos rodea sea nuestra maternidad? ¿En qué momento la sociedad borra el resto de las facetas que nos hacen ser quiénes somos? Puede que piensen que la maternidad es lo más importante que puede experimentar una mujer que ha decidido libremente serlo. En mi caso, lo tengo claro que así es, aunque no tiene por qué ser el común entre las maternidades ni tiene por qué en cada momento del día. Es más, también disfruto del tiempo sin mi hijo en el que puede desarrollar otras facetas que me hacen ser quien soy. Me gusta ir a mi puesto de trabajo sin escuchar el llanto de mi retoño, conversar con adultos de algo que no sea mi hijo o tener un espacio de autocuidado. Reencontrarme con aquella mujer que sigue habitando en mí y a la que, ahora, puedo dedicarle menos atención, pero que, sin embargo, necesito y requiere cuidados para el bienestar propio y, también, el de mi familia. Así que, en esta semana que se reivindica el 8M, defendamos nuestras facetas más allá de ser madres porque, aunque la maternidad ya sea mucho, somos más que madres.
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