Es imposible no asombrarse de lo que pasa en este país. Siendo lamentable, temo que lo peor está por llegar. Cuando intentaba procesar la bomba política de Murcia, estalla la de Madrid, después la de Iglesias y la compra de voluntades y... en este trajín ... me vino a la mente ese fragmento de la película de Los hermanos Marx van al Oeste en el que Groucho Marx gritaba enloquecido «¡Más madera!» y seguía fumándose su puro satisfecho de la genialidad mientras sus hermanos aprovisionaban la caldera con todo lo que pillaban. Poco a poco iban desguazando el tren ante la mirada asombrada de los viajeros. El tren destrozado, los viajeros asustados y Groucho seguía gritando, más chulo que un ocho: «¡Más madera!». Un tren camino del precipicio y nosotros, que somos los asombrados pasajeros, teniendo que reír la gracia.
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Este país padece una epidemia de oportunistas de vocación. Siempre los ha habido y bien sabemos que llegan lejos, pero es que ahora son legión. Esta plaga de vanidosos solo aspira a permanecer en lo alto pisando las cabezas de los que ellos mismos han decapitado políticamente. El slogan de Trump era «América primero» pero quería decir «yo y solo yo, el primero». Y en esto consiste la política hoy, en fulminar como sea al contrario, sea o no del mismo partido, mientras los ciudadanos se ahogan en sus problemas. No sé adónde vamos pero adonde quiera que sea llegaremos malheridos.
Esta es una feria de vanidades de personalidades con egos infinitos y sobrada soberbia. Se hace lo que yo quiero y me importa un bledo si todo se desmorona alrededor. El alrededor somos nosotros que no entendemos tanta irresponsabilidad. Decían que la nueva política iba a regenerar la vieja y lo que ha hecho es hacerse vieja en iguales o peores vicios. Todo se compra y se vende. El transfuguismo a cambio de un cargo bien remunerado es una corrupción moral tan evidente que apesta desde lejos. Entre tanta miseria, lo de Madrid se ha convertido en el meollo de la cuestión. Isabel Díaz Ayuso debe su popularidad a su extremismo y a sus provocaciones aplaudidas por los mismos que auparon a Ciudadanos a las nubes hasta hacer creer a Albert Rivera que era el líder que España necesitaba. Una vez devore a Ciudadanos, Isabel, la reina del PP a la que todo se le consiente, va a ensayar un gobierno con la ultraderecha porque todos son hijos del mismo padre, eso es evidente. Casado no pinta nada, la que lidera es Ayuso y él será la próxima víctima. Iglesias padece un histrionismo de libro, sufre de sabiduría y eso es incurable. Los demás, ante tales comportamientos, intentan pasar inadvertidos ocultando sus errores. Hasta que no ardan en sus propias hogueras no habrá esperanza. Solo escucho: ¡Más madera! Como los viajeros del tren de los hermanos Marx tengo el miedo metido en el cuerpo.
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