Luna roja

Un título sin una clasificación asignada a un parámetro concreto. Más bien se trata de un relato que partiendo de una escenografía concreta, la Galicia marítima, y algunos códigos del misterioso folclore de la región, Patiño retrata los estragos y tragedias que se cobra el mar y la adversidad de su costa al margen de un género, para fluir por los caminos de la creación y componer una historia sensitiva de mucho mérito y asumiendo los riesgos que conlleva este tipo de cine.

No hay argumento y si lo hay es transparente y abierto. La película son voces, paisaje y la omnipresencia del inhóspito mar para trazar un poemario sobre la tragedia de los marineros y el eco de sus espíritus. Una sipnosis tan válida como cualquier otra para centrar la cámara y las voces que se escuchan en la terrible realidad de un modo de vida repleto de peligros y dureza.

Actores no profesionales, anónimos, pero con voz narrativa propia, posan inertes, en gestos consternados, mientras escuchamos soliloquios relacionados con la desaparición en un naufragio de un pescador, El Rubio, cuyo cuerpo, arrastrado por el oleaje, ha sembrado de temor a parientes, amigos y conocidos. Una línea dolorosa que se acompaña con la introducción de tres meigas fantasmales, con sábana incluida, que llegan invocadas y sólo hacen que constatar la presencia de la muerte como ente asociado al terreno.

Cine hermoso, de bellísima fotografía, de gente en sitios (el monte, la presa), que despliega un arte plural y sin esquemas prefijados.