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Hay cierta diferencia entre ser de centro y querer ser el centro. Pero a veces hasta la geometría emocional es caprichosa y hace que confluyan ambas situaciones. El portavoz del PP, Borja Sémper, intentó ya sempertear en octubre del año pasado escribiendo en su cuenta ... de X: «Hamás decapitó bebés en sus cunas. Bebés en sus cunas. Y no voy a decir nada más. Los contextualizadores y equidistantes os podéis ir a la mierda, eso sí». Es impropio de un poeta como Sémper mandar a los contextualizadores y a los equidistantes a la mierda, sobre todo conociendo la importancia que muchas veces adquieren las contextualizaciones a la hora de abordar conflictos internacionales, sin que ello quiera decir que se trate de justificar asesinatos injustificables. Y también es mezquino, por parte de un político como Sémper, criminalizar las manifestaciones de los estudiantes en apoyo al pueblo palestino porque según dice son, en realidad, «a favor de Hamás». Incluso los diarios conservadores de tirada nacional que centran el pensamiento de Sémper afirmaron que dichas acciones eran para solidarizarse con Palestina y denunciar el genocidio que el Estado de Israel lleva a cabo, como así lo reivindican también los estudiantes de la Universidad de La Rioja quienes, además, piden el apoyo del tejido social riojano. Resulta curioso que nos quejemos de la falta de compromiso de nuestros jóvenes y cuando se comprometen con la defensa de vidas inocentes a algunos parece molestarles.
Lo extraño es que Sémper y su entorno político no condenen los bombardeos de hospitales, ambulancias y colegios y continúen utilizando la siempre demagógica dicotomía de oponer la consideración de organización terrorista de Hamás a la condición de Israel como estado democrático que se defiende. Las disyuntivas no son buenas líneas de argumentación si se hacen con el trazo grueso de los intereses más obscenos. Hamás cometió crímenes execrables en el ataque llevado a cabo en octubre contra territorio israelí y ya hay más de 35.000 civiles asesinados por el ejército de Israel. No son tragedias excluyentes, sino actos intolerables.
Hamás justificó la estudiada operación sorpresa en «los crímenes de la ocupación», casualmente el mismo argumento que utiliza Israel. Un estado democrático no se defiende asesinando indiscriminadamente a civiles desarmados, la mayoría mujeres y niños, o mediante abominables crímenes de guerra como manifiestan las fosas comunes recientemente descubiertas en los alrededores de dos hospitales de Gaza con más de 300 cadáveres maniatados. Hasta Joe Biden, el presidente de los Estados Unidos, reconoció que se había utilizado armamento estadounidense para matar a civiles en Gaza.
Se precisa una versión muy imaginativa de la geometría variable para considerar a Sémper como un político de centro, aunque al centro, si es que existe, siempre se puede volver. Nada es para siempre, ni nada es para Sémper. Pero los asesinatos cometidos por ese «estado democrático» llamado Israel ya serán para siempre aunque no sean nada para Sémper.
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