Rey y rey

Charles Maurice de Talleyrand, la mano derecha de Napoleón, quería erradicar a los Borbones porque, según él afirmaba, «es costumbre real el robar, pero los Borbones exageran». Faltaban las referencias a la intensidad gonádica, a la chulería campechana, a la casposidad machista, a la tontuna evidente y al cinismo de los discursos de Nochebuena en los que exhibía la ejemplaridad de la familia real.

Los audios que hemos conocido entre el rey y Rey son simplemente obscenos, y no solo porque se hayan utilizado medios públicos para taparse asuntos de real intimidad. Nos ha engañado a todos y lo más grave es que en esas conversaciones entre el rey Juan Carlos y Bárbara Rey, el monarca hace referencia al general Alfonso Armada, uno de los militares condenados por el golpe de Estado del 23F a quien parece mostrarse agradecido por «no decir jamás una palabra». Estaría bien conocer por qué el rey emérito le agradece su lealtad y su silencio a un general que fue condenado a 30 años de cárcel por golpista.

«El rey emérito vuelve a Sanxenxo para defender el reinado del Bribón», expresaba acertadamente la cabecera de un periódico acerca de la última visita del monarca emérito a la localidad pontevedresa. Parece ser que allí posó ante las cámaras de la mano de la infanta Elena, patrona de la embarcación Ali Babá, una demostración de que la diferencia entre la inocencia y la indecencia es solo cuestión de intercambiar vocales y consonantes. Además, se anuncia la publicación de sus memorias bajo el título de Reconciliación, tal vez aludiendo al doble esfuerzo que va a necesitar para conciliar una vida social y familiar tan intensa.

Aún así, hay españoles que le siguen riendo las gracias, ya muy poco graciosas, y que lo jalean como hicieron en 1814 con el rey Fernando VII con motivo de su regreso a España. Fue un recibimiento popular en el que se desengancharon los caballos de su carroza para sustituirlos por hombres voluntarios que hicieron de cuadrúpedos, a la vez que muchos ciudadanos gritaban «¡Vivan las cadenas!».

«Porque como las paga el vulgo, es justo / hablarle en necio para darle gusto», dicen los versos de Lope de Vega, este sí, rey de las letras que transmiten ideas y no de las letras propias de deudores que nunca pagan.