En estos días, te quiero decir que la palabra esperanza es la salud de los despiertos. Que despiertos son los que, cuando amanece, se ponen a la tarea de hacer real aquello que acaban de soñar. Que soñar es darle una oportunidad al aire invisible ... que contiene el resquicio de nuestras aspiraciones. Que aspirar indica la oportunidad de ser otro sabiendo que cualquier ser humano es todo lo que fue y todo lo que puede llegar a ser. Que ser no consiste solo en vivir, sino en habitar el mundo sintiendo al resto que lo habita como parte imprescindible de una necesidad llamada amor. Que el amor es también la voluntad de encontrar la rebeldía de un verso, incluso en la angustia y la exasperación. Te quiero decir que nos encontrarás despiertos, soñadores, aspirantes y amorosos poniendo las manos en forma de caricia para que el futuro se amolde bajo los dedos, aunque algunos nos llamen ilusos olvidando que ilusionarse es iluminar la oscuridad del camino por recorrer.
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A pesar del ruido y de sus nueces hay un niño en Gaza escribiendo bajo las bombas asesinas, una niña en Afganistán que dibuja una escuela entre las ruinas, un hombre en cualquier lugar del mundo capaz de cambiar el fusil por la ternura, una mujer que parte el yugo de su sometimiento. Por ellos, te quiero decir que jugar a lo perdido es la mejor opción para no perder lo ganado. Que imposible, más que un término, es la última frontera de lo necesario. Que hay labios que hablan en silencio, manos que escriben sin alfabeto, ojos que se rebelan contra la sombra de sus párpados. Que futuro es una hermosa palabra por construir: incierta, temible, preocupante, pero siempre por construir. Aunque la indiferencia quiera hacernos diferentes de las especies solidarias y la vanidad cada día más banales, también hay sonrisas que asoman en los sueños, música que calma las humanas tempestades, heridas de las que brotan tulipanes. Es la perplejidad de la belleza, la alegría del instante que se detiene y que queremos retener con las palabras, esos signos que no nos hacen necesariamente mejores, pero nos hacen, y convenientemente acomodadas permiten mantener la distancia suficiente para acercarnos a nosotros mismos. Es su silencio esplendoroso el que nos impulsa a tomar el remo y moverlo afanosamente en tiempos de aguas turbulentas.
Así que un día como hoy, en el que mientras unos vivimos en el entusiasmo y en el exceso otros intentan sobrevivir a la destrucción y al desamparo te quiero decir, año que estás llegando, que vamos a por ti sin miedo, aunque dentro de tus meses vayan a estar los que siembran la discordia y la apatía, la desesperanza y el odio, el matonismo y el dolor. Porque no ser lo que ellos son y combatir lo que ellos hacen nos impulsa a continuar escribiendo palabras en la nada como «te quiero» «te quiero decir» y decírtelo.
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