Pederhostia

Desconozco si el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal practica el tenis, pero sí es un activo tuitero en la red social X, un nombre que no parece el más oportuno ante asuntos tan complicados y terribles como el de la pederastia en el seno de la Iglesia. Luis Argüello usa la red social para evangelizar políticamente y resta como un experto tenista opinando sobre la ley de amnistía, la de educación o sobre el Estado de las autonomías, además de minimizar la pederastia y vincular la pornografía con la educación sexual argumentando que «el negocio de la pornografía escandaliza pero se promueve una propuesta de vida y educación sexual basada en la prevención (de enfermedades y embarazos) y en el cuerpo como objeto de placer que legitiman lo que se condena». Suelen ser algunos representantes de la Iglesia muy dados a los eufemismos cuando sustituyen los delitos por los pecados o al asegurar que no se debería hablar de pedofilia sino de homosexuales atraídos por jóvenes. Es como si a alguien se le ocurriese relativizar la pederastia utilizando un término más específico y sarcástico como, por ejemplo, «pederhostia».

Así que el nuevo responsable del equipo de prelados, madridista confeso, asume su cargo sin la necesidad de prometer que se irá a final de temporada como ha hecho Xavi Hernández, el entrenador del FC Barcelona. Claro que en su caso el Messías ya se había ido antes que él a pesar de los rezos, esta vez, para que el crack de Rosario se quedase. Ya decía el escritor uruguayo, Eduardo Galeano, que el fútbol es la única religión que no tiene ateos. Y a pesar de que se enfrentan once contra once todos piensan que el equipo contrario juega con doce, casualmente el número de apóstoles. Reivindiquemos, por tanto, el juego limpio frente al juego de tronos porque incluso los reinos que parecen ser de otro mundo también están en este.