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Ya desde la Grecia Clásica sabemos que las palabras son un instrumento muy poderoso capaz de herir o salvar, de generar amor o de degenerar en odio. Se cuenta que el filósofo del siglo V a.C. Antifonte de Atenas estableció una «tienda de consuelos» ... en la que ofrecía la posibilidad de acabar con las dolencias psíquicas solamente con la ayuda de las palabras. Consideraba el poder de las palabras hasta tal punto que hacía memorizar discursos a aquellos clientes que aún no sabiendo leer necesitaban saber hablar en público para obtener éxito social y político. Pero estas palabras cautivas dirigidas a un fin pronto se transformaron en palabras insurgentes cuando otros filósofos comenzaron a preguntarse por su verdadero significado y no por su falsa eficacia.
Casi nunca ponemos a las palabras en la lista de las cosas que necesitamos para vivir y, sin embargo, las palabras son las piedras que nos permiten transitar por el camino de la vida. En ese camino encontramos a entusiastas alumnos y profesores como los que participaron la semana pasada en el V Torneo de Debate Preuniversitario (TDP) organizado por la Universidad de La Rioja junto con el Parlamento en colaboración con la Viceconsejería de Educación, Universidades y Formación Profesional. Este debate surge como una oportunidad para que los estudiantes desarrollen habilidades como la capacidad de hablar en público, de trabajar en equipo o de analizar información de una forma crítica en un tiempo de bulos y simplicidades.
Muchas veces las nuevas tecnologías acercan a las personas que están lejos, pero alejan a las personas que están cerca. Sin embargo, la palabra que somos nos humaniza cuando desde la cercanía física compartimos ese soplo semántico que ilumina el proceso de tratar de entendernos. Volver a la palabra supone regresar al entendimiento, retornar a lo común desde la prisión de lo propio, crear espacios objetivos sin otra pertenencia que poder habitarlos con nuestro potencial de comunicación, tan alejado de la lógica del consumo. Por eso las palabras son insurgentes ya que representan el camino hacia la belleza, la bondad y el bien, ese tridente de ideas que supone, desde Platón, la aspiración a la verdad. Las palabras son creadas y se encajan creativamente mostrando su potencial humanizador en todas sus formas y variantes expresivas. Las palabras somos nosotros y nosotros somos ellas.
Ver a nuestros alumnos debatir con las únicas armas de la dialéctica, pertrechados de adjetivos y de adverbios para argumentar desde conceptos (es decir, concebidos por la mente) nos hace esperar el futuro con una ilusionante luz de presente. Cuando pensemos que resulta muy caro vivir en la tierra, no debemos olvidar que incluye un viaje gratis alrededor del sol cada año. Aguardamos el VI Torneo de Debate Preuniversitario del próximo año con el convencimiento de que hay un gran porvenir de ideas en estos jóvenes. Les doy su palabra.
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