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Ya desde la Grecia Clásica sabemos que las palabras son un instrumento muy poderoso capaz de herir o salvar, de generar amor o de degenerar en odio. Se cuenta que el filósofo del siglo V a.C. Antifonte de Atenas estableció una «tienda de consuelos» ... en la que ofrecía la posibilidad de acabar con las dolencias psíquicas solamente con la ayuda de las palabras. Consideraba el poder de las palabras hasta tal punto que hacía memorizar discursos a aquellos clientes que aún no sabiendo leer necesitaban saber hablar en público para obtener éxito social y político. Pero estas palabras cautivas dirigidas a un fin pronto se transformaron en palabras insurgentes cuando otros filósofos comenzaron a preguntarse por su verdadero significado y no por su falsa eficacia.

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larioja Las palabras insurgentes