Si eres niño, mujer gestante o amante del deporte, si padeces una enfermedad respiratoria, pasas por un proceso oncológico o simplemente deseas estar en un espacio público libremente, sin ningún tipo de invasión que no vaya más allá de los contaminantes que constituyen el ya ... de por sí muy contaminado aire que respiramos, olvídate de poder ejercer tu derecho a la sana respiración porque en el espacio público la prioridad va de la mano de los humos frente a los otros. El tabaco mata anualmente en España a 60.000 personas y una parte de ellas corresponde a quienes sufren la exposición al humo del tabaco en su condición de no fumadores. En Europa, más de 22.000 muertes al año se deben al tabaquismo pasivo. Aquellos quienes nunca han fumado, pero siguen siendo víctimas de esa exposición, no pueden ejercer la libertad de permanecer en una terraza sin pagar las consecuencias de los fumadores. La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) ha instado a las autoridades a aprobar una legislación que prohíba fumar en espacios públicos abiertos, como terrazas y playas. Asimismo, ha alertado sobre la contaminación por colillas (que contienen 7.000 elementos tóxicos) en espacios «sensibles» como la playas, donde llegan finalmente al medio acuático siendo ingeridas por los animales y también por humanos a través de los alimentos. En el mundo se arrojan al medio ambiente 143.000 colillas por segundo y estas ya suponen el 40% de los residuos del Mar Mediterráneo.

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El 72 % de los españoles está a favor de que se prohíba fumar en las terrazas de bares y restaurantes y el resto ampliaría la restricción hasta ocho metros alrededor de las mismas. Por su parte, la Asociación Española Contra el Cáncer también ha solicitado el desarrollo urgente de una ley que avale la prohibición incondicional de fumar en terrazas de bares y restaurantes y la equiparación del cigarrillo electrónico con el tabaco tradicional.

El presidente de la AECC, el doctor José Reyes, recuerda que casi el 75% de la población no es fumadora por lo que debe primar proteger al grueso de la ciudadanía, y, sobre todo, a los más vulnerables. Por tanto, las administraciones públicas deberían tener la valentía de aprobar e impulsar medidas que aborden un tema sanitario tan importante. Y que, a la vez, resuelvan el añadido problema de los derechos y las libertades, esas hermosas palabras que solo se sustentan en la responsabilidad y en el conocimiento, ya que uno es más libre cuando sabe que puede hacer cualquier cosa, pero no hace cualquier cosa y es capaz de construir su modo de vida sin inercias acríticamente aceptadas. Tenemos que evitar que todo siga quedando en un asfixiante humo que impide ver a los otros. Lo merece la salud y lo avala la razón. Hagamos caso a la ciencia y pongámonos a salvo mediante el amparo de la norma. En este caso no solo es ley de vida, es ley que da vida.

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