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Las raíces cuadradas se convirtieron en redondas y el infinito solicitó su fecha de caducidad. Golfos, cabos y capitales exigieron un paseo por las nubes. ... La Reconquista pidió salir de la invención de la historia para ser un capítulo de la poesía pastoril. El verbo poseer abandonó el libro de la infamia fugándose con su modo futuro. La mitocondria exigió una compensación a la central celular por el suministro permanente de energía. La escuadra se separó del cartabón en busca de relaciones menos paralelas. Los Elementos intercambiaron sus posiciones en la Tabla y el genitivo sajón cantó 'La Marsellesa'. Un balón pidió ser acariciado por el suelo del patio y demandó que dos pelotas fuesen tan solo el resultado de una suma matemática. El estudiante soñaba que aprender era volver a nacer y cuando despertó el temario todavía estaba allí. Se preguntaba por el furor del presente de indicativo, por la serenidad del pretérito perfecto, por la insistencia del pluscuamperfecto mientras pensaba que los tiempos del verbo amar deberían volver a conjugarse. Los mismos nombres pero distintos predicados ya que al final siempre son los complementos los únicos que salen indemnes de las catástrofes. Tendremos que exigir a la gramática que cambie el orden impasible de sus términos. La primera palabra debería ser «amor» y la última «nunca», a una distancia inalcanzable.
El escritor Eduardo Galeano, quien un mes de abril de hace diez años se convirtió en memoria del fuego, imaginó la escuela del mundo al revés en la que el plomo aprende a flotar y el corcho a hundirse, las víboras aprenden a volar y las nubes pueden arrastrarse por los caminos. Despierta abril y el paisaje traerá un atardecer más prolongado, cierto hastío, tal vez el veneno que la serpiente del tiempo inocula con el pincel en el que en un muro de certeza escribió que la solidaridad no es dar lo que te sobra sino compartir lo que tienes. Ya sé que es jugar a lo perdido, que tal vez se trate de una bella teoría en una especie equivocada. Pero la insistencia también es la salud de lo inalcanzable y toda derrota sin doma es el inicio de las posibilidades que abren los nuevos espacios. Entonces, por qué no recordar el mar de los veranos invencibles y revivir la esperanza del otoño observando cómo el acantilado mira las olas que lo abrazan. Por qué no llorar de alegría pensando en las flores de la nieve. Si la primavera es capaz de seducir al invierno qué no será posible en cualquier otra estación, ya sea del año o de tren.
Hoy, día 5 de abril, se celebra el Día Mundial de la Conciencia, una fecha promulgada por la ONU que consiste en promover el papel fundamental de la conciencia como fuerza orientadora para lograr la paz mundial, la tolerancia y el respeto mutuo. Ya que hay días para todo, pero lo que urge son días para todos, defendamos lo imposible para tratar de conseguir lo necesario.
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