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Se llama Damián, su madre lo dejó a los 5 años entre la basura y tras pasar por un orfanato en Rumanía abandonó aquel lugar frío y hostil que, según dice, se parecía más bien a una cárcel. Ahora, con 40 años, se refugia en ... el ordenador de la tienda que una empresa tecnológica multinacional posee en el centro de Madrid. En ella, entre la multitud consumista ansiosa y con la complicidad de los vigilantes del establecimiento, Damián ve películas compulsivamente y solo levanta la vista de la pantalla para mirar a través de la cristalera con el fin de vigilar el colchón sobre el que duerme justo al lado de la tienda y en el que guarda unas bolsas con sobras de comida que los restaurantes desperdician. Damián intenta dormir durante las noches aunque no lo consigue hasta que, ya de madrugada, cierra La fontana de Oro, un bar cercano cuyos clientes a veces le molestan e incluso orinan. A pesar de ser vejado por los abominables infames de la noche, con su soberbia en la cartera y su cerebro aún en ciernes, los empleados del establecimiento definen a Damián como un ciudadano responsable y educado.

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larioja Damián