Es costumbre real el robar, pero los borbones exageran» es una afirmación atribuida a Charles Maurice de Talleyrand, el político y diplomático francés que fue ministro de Asuntos Exteriores entre 1797 y 1799. Un controvertido personaje, Talleyrand, quien participó en la redacción de la primera ... Constitución francesa y en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, a la vez que trató de impulsar una monarquía constitucional y propuso una ley de educación universal y gratuita que solo cien años después se haría realidad. No deberíamos perdernos su biografía ni la de su contemporáneo, Joseph Fouché, un político camaleónico, maestro de la manipulación, corrosivo y sibilino de quien el imprescindible escritor Stefan Zweig trazó una maravillosa crónica con una afinada orfebrería lingüística y un escalofriante manejo de la intriga.
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Se cuenta que cuando, en 1814, el rey Fernando VII regresó a España del destierro impuesto por Napoleón, hubo un recibimiento popular en el que se desengancharon los caballos de su carroza para sustituirlos por voluntarios que hicieron de cuadrúpedos, a la vez que muchos ciudadanos gritaban «¡Vivan las cadenas!», esa famosa frase con la que se pretendía justificar la decisión del rey de ignorar la Constitución de 1812 para poder gobernar de nuevo como monarca absoluto.
Se cuenta (esta vez a través de irrefutables crónicas periodísticas) que cuando el pasado mes de julio de 2023 el rey emérito llegó al puerto deportivo para participar en una competición de regatas hubo también entusiastas proclamas de '¡viva el rey!' y '¡viva España!'
Si Talleyrand se hubiese encontrado con la noticia de que el Bribón de Juan Carlos I quedó segundo en la primera jornada de regatas celebrada en la localidad gallega de Sanxenxo porque el Ali Babá de su hija la Infanta Elena le robó el primer puesto, probablemente hubiese sonreído con ese gesto característico de quienes constatan que el tiempo les da la razón bajo el asentimiento del «yo ya lo decía». Y es que, en efecto, el barco en el que el rey emérito participa en las carreras entre embarcaciones se llama Bribón y el de su hija, la infanta Elena, que le acompañó en su regata gallega, se llama Ali Babá. Y en la prueba que celebraron juntos, Ali Babá obtuvo el primer puesto y Bribón, el segundo aunque, por fortuna, todo permaneció en familia.
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De momento, no hay constancia de que el barco de la infanta Cristina se llame Desfalco o el del excelentísimo señor Felipe Juan Froilán, Jaleo. Aún así, no sé si, como decía Talleyrand, los borbones exageran, pero lo que parece claro es que algunos de ellos no disimulan y la estela que dejan a su paso produce algunas burbujas de res pública, un nombre muy apropiado para una embarcación en la que todos podamos participar en cualquier travesía a mar abierto, sin ninguna clase de regateo.
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