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El fútbol llegó a España de la mano del riojano Manuel Bartolomé Cossío, nacido en Haro el año 1857, quien a finales del siglo XIX trajo un balón de cuero en una maleta tras un viaje a Londres. Así lo relató en 1923 el pedagogo ... e ingeniero de minas asturiano Ernesto Winter Blanco en su libro 'Elogio de la inquietud' asegurando que él mismo recordaba haber visto jugar a Cossío y a Giner de los Ríos, con el pedagogo y jurista Rafael Altamira como portero. Es decir que Cossío, además de jugar uno de los primeros partidos de fútbol, fue quien puso el balón. Pretendía que este deporte pudiese contribuir decisivamente a esa gran transformación pedagógica que pasaba por una nueva relación entre maestros y discípulos en la que la confianza y el vínculo con los alumnos resultaban cruciales. Como consecuencia del auge adquirido por esta práctica deportiva, en 1897 un grupo de jóvenes y antiguos integrantes de la Institución Libre de Enseñanza fundaron el primer club de fútbol, una asociación que sería el germen del Real Madrid.
De Inglaterra trajo Cossío, nacido en Haro, el primer balón de fútbol a nuestro país. Y fue a Inglaterra a quien la selección española ganó la final de la Eurocopa con un seleccionador también natural de Haro, Luis de La Fuente. Dos jarreros representan una suerte de eterno retorno, casi redondo como el balón de fútbol pero achatado por los polos de sus personalidades y sus distancias históricas. Así que, además del Balón de Oro, debería entregarse el Balón de Haro. Ahora que el nombre de Cossío ha sido repuesto en el Instituto que él mismo impulsó en 1933 y que el seleccionador nacional Luis de La Fuente tiene un estadio con su nombre, podría crearse el premio Balón de Haro en el que la educación y el deporte figuren como el equivalente que deben ser en la formación de los ciudadanos. Lamine Yamal, quien acaba de aprobar la ESO, sería un buen candidato para ganarlo.
«Un estadio de fútbol vacío es un esqueleto de multitud», afirmó el poeta Mario Benedetti, otro apasionado del fútbol junto con Eduardo Galeano, Albert Camus o Manuel Vázquez Montalbán. Aplicado a un centro de enseñanza o a su biblioteca, el aforismo de Benedetti ya sería monumental. No olvidemos que se eligió a Enrique Moliner, el hermano de María Moliner, como primer director del IES Manuel Bartolomé Cossío de Haro.
Fue Cossío quien en 1896 reivindicó que las maestras y los maestros tuviesen el mismo sueldo «por justicia y por no seguir consagrando la inferioridad de la mujer», según él mismo argumentó. El mundo gira. El balón también. Tal vez el premio debería llamarse Balón Cossío de Haro, ahora que algunos se empeñan en descoser lo que tanto costó coser: la igualdad, la justicia, la solidaridad y la libertad. Unos derechos resumidos en niños y niñas sonriendo entusiasmados tras un balón, es decir, tras su futuro. Abramos el campo de nuestro pensamiento.
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