Los funcionarios de Justicia continúan su huelga indefinida para reclamar una subida salarial. E. P.

El arte de contar historias

Será conveniente que los jueces huelguistas armen bien el relato para hacerlo comprensible

Lorenzo Silva

Martes, 25 de abril 2023, 00:21

Somos en gran medida las historias que vivimos, y nuestra existencia, en buena parte, acaba resumida en las historias que contamos. Y sin embargo, cuando alguien nos narra una historia con arte y acierta a implicarnos en ella nos sorprende, porque no es ni mucho ... menos lo común. Lo pensaba mientras leía 'V13', la crónica en primera instancia periodística y después literaria que ha escrito el escritor francés Emmanuel Carrère a propósito del juicio por los atentados islamistas contra la sala Bataclan y el Stade de France de París el 13 de noviembre de 2015.

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En teoría, el argumento de su relato no podría resultar más árido: un largo juicio que se desarrolla durante meses y en el que van a deponer cientos de testigos. La destreza de Carrère logra que la lectura sea fluida y que en todo momento sepamos quién habla, por qué, cómo debemos interpretarlo. Claridad, amenidad y orden en la exposición son su secreto. Y una prosa diáfana, traspasada por la sinceridad y atrevida para poner el dedo en la llaga.

En las primeras páginas, tras consignar que el tribunal lo preside un hombre pero está acompañado por cuatro mujeres, leemos esta declaración que obliga al lector a pararse: «La justicia es una profesión a la vez machista y mayoritariamente femenina, lo cual va aparejado al hecho de que cada vez está peor pagada». Es sólo una anotación al paso, pero qué carga de profundidad, qué finura la del observador que identifica de un solo golpe de vista la problemática de la justicia francesa, que no deja de ser la de otros lugares: su precariedad, su anacronismo, sus medios insuficientes para resolver las cuestiones que se le someten, y que resultan ser las más complicadas y peliagudas de nuestras sociedades. Si algún día Carrère cubriera un juicio en Madrid o Barcelona, podría sacar impresiones no demasiado distintas.

Por eso, entre otros motivos, jueces y fiscales acaban de anunciar que inician una huelga indefinida. Para denunciar la penuria en la que han de trabajar, y que contribuye a que las causas se eternicen. Será conveniente que los jueces huelguistas armen bien el relato de su historia, para hacer comprensible a la ciudadanía el hecho, de todo punto excepcional, de un paro que protagoniza un poder del Estado. También necesitarán buenas dotes narrativas para que los españoles mileuristas entiendan que los sueldos judiciales, que triplican y hasta sextuplican esa cifra, representan un agravio a sus perceptores. Bienvenido sea el conflicto, en cualquier caso, si sirve para que esta historia, en la que tanto nos va, deje de ser el elefante que nadie mira.

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