Lobos antes que ganaderos

Pero hay otra cosa que me sorprende: la omnipresencia del lobo en la marcha. Estaba por todas partes, siendo como es un problema que afecta a una parte muy minoritaria del agro riojano. Pero estaba en la marcha, digo, donde uno mirara. Y dejó la imagen probablemente más poderosa de la mañana: esa osamenta de oveja muerta colgando de la verja frente al Palacete de la presidenta.

Y es que el lobo se ha convertido en estos últimos meses en todo un símbolo. No es que a la mayoría del agro le perjudique el depredador que campa por la sierra, pero sin embargo es una imagen muy poderosa muy poderoso. Es el lobo protegido desde los despachos de la ciudad, mientras el ganadero no puede hacer nada más que contar sus ovejas. Es el viticultor al que se le pide la mayor calidad y luego se le paga a 50 céntimos, y mejor no protestes. Es el cultivador de hortalizas que suben en el supermercado y bajan en la tierra.

Es un símbolo, pero de algo más profundo. Mucha gente del campo ve en los últimos años cómo se le mueve la tierra bajo los pies mientras se siente en manos de decisiones que toma gente que nunca ha visto un renque en despachos ocupados en pensar en otras cosas.

Y aunque esa sea, evidentemente, una simplificación de un problema más profundo, el símbolo y la sensación están ahí. Si uno lo piensa, lo que ocurrió con el lobo en La Rioja es como para pensar mal. Que la nuestra fuera de las comunidades que se sumaron entusiasmadas a prohibir todo control de población sobre el lobo es una de esas cosas que no se entienden. O que sí, en fin: por ese espanto que hay en el Palacete a llevarle la contraria en público a Pedro Sánchez.

Pero a ver cómo convence uno a esta gente tan golpeada que, al optar por el lobo antes que por el ganadero, uno lo está haciendo pensando en algo más que en la conveniencia política del momento.

Luego, claro, a uno le cuelgan una oveja muerta de la verja.

Les cuento cómo fue la cosa. El año pasado, el Ministerio de Hacienda pidió opinión de todo pichipata (organismos, empresas, comunidades) para elaborar un «libro blanco» de la fiscalidad en España. O sea, un documento que sirviera para guiar el futuro de cómo serán los impuestos en este país. La Rioja envía su contribución. Bastante raquítica, como bien señalaba por aquí Alberto Gil: un folio y pico de generalidades frente a los estudios más sesudos de otras comunidades.

En esas generalidades, sin embargo, había una bomba de profundidad. La Rioja, comunidad de gobierno bien de izquierdas, pedía la supresión del impuesto de Patrimonio. Cosa bien de derechas, y bien contraria al pacto PSOE-IU que sustenta a Andreu. El diario El Mundo publica esa curiosa incongruencia el martes. Ese mismo día, el consejero del ramo, Celso González, decía que era mentira: el documento no decía eso, se había malinterpretado.

Es mala cosa intentar sacar la pata no diciendo la verdad. Evidentemente, el papel apareció (¡estaba en la web del ministerio!) y el consejero González quedó entre mal y peor. Ay.

La profesión periodística riojana anda estos días horrorizada. Una jovencísima colega, Judith Gómez Anjos, de 7 Televisión, moría a los 28 años, pocos días después de dar a luz a su primera hija.

No creo que haya palabras suficientes como para expresar el dolor que deben sentir sus compañeros y familiares. Incluso entre quienes sólo la conocíamos por su trabajo el escalofrío es tremendo. Una muerte tan injusta y dolorosa nos recuerda a nosotros, tan ocupados en cosas y casos, dónde está la verdad de la vida.

Todas mis condolencias para compañeros, familiares, y amigos. Que la tierra le sea leve.