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En cuestión de derechos a las mujeres nos han metido muchos goles. Nos los negaron y cuando fuimos alcanzando ciertos escalones disfrazaron de conquista cuotas de igualdad que en el fondo negaban las diferencias biológicas que entre hombres y mujeres existen. Podríamos estar hablando de ... la recientemente aprobada Ley Trans, pero me refiero al permiso de maternidad y paternidad. Hace unos años aplaudimos que se igualaran. Por fin se reconocía que los cuidados no eran una cuestión femenina. No discutiré esta tesis y reconoceré que fui de las que celebró esta medida. Hasta que fui madre.
Traer una vida a este mundo es el trabajo más agotador al que me he enfrentado tanto física como psicológicamente. La dependencia del recién nacido hacia su madre es primitiva y prácticamente total. En el caso de optar por la lactancia materna exclusiva la dependencia es completa. En ti satisfacen todas sus necesidades. Es un gran chute de autoestima «Eres todo lo que tu bebé necesita». Suena maravilloso, y lo es, pero te deja exhausta, créanme.
Según las organizaciones pediátricas la recomendación es que en los primeros seis meses de vida la lactancia, si así lo elige la madre, sea, a ser posible, leche materna. Es obvio que con la tecnología actual de extracción y conservación no solo la madre puede alimentar a la criatura. Pero no creo que haya que explicar que el acto de dar de mamar va mucho más allá de cubrir las necesidades de nutrición. La cría busca protección, confort, amor, tranquilidad... Es su espacio seguro donde nada malo puede pasar. El pecho materno se convierte en fuente de vida y de protección. El vínculo que crea, aun no siendo la única manera de potenciarlo, el acto de mamar es insustituible, aunque se pueda intentar imitar. Si nos fijamos en el reino animal cualquier cría está cerca del seno materno en sus primeras semanas de vida. La madre se convierte en un todo durante un periodo variable en función de la especie a la que observemos. En el ser humano, el periodo está estipulado en cuatro meses que empiezan a contar desde que la madre da a luz, estando ingresada en el hospital y sin, en muchas ocasiones, poder cuidar de su criatura, objeto del derecho a la prestación por maternidad. ¿Cuál es la diferencia entre nuestra especie y el resto de los mamíferos? Nosotros pertenecemos a una sociedad donde se cuida más el interés económico que la tasa de natalidad. Cualquiera podría pensar que nos sobran las y los niños.
Coetáneas, reivindiquemos cuotas en equidad en las que se respeten las diferencias existentes. No nos dejemos engañar. Es verdad que los padres tienen que hacerse cargo de la progenie, pero no es menos cierto que la función biológica materna es insustituible en una gran parte de los casos. Si la recomendación médica es de no menos de seis meses ¿por qué nos debemos contentar con un periodo de cuatro? Hagamos como nuestras criaturas y reivindiquemos bien alto porque quien no llora, no mama.
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