Llega el invierno
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Entre visillos ·
De vuelta a casa, la noria de los desafíos continúa con el teatrillo de los lazos amarillos que ha ordenado retirar la junta electoralAcaba de llegar la primavera, pero todo indica que entramos inexorablemente en el invierno de las ideas. Un viento gélido ha barrido la sensatez del escenario de la política española. A las puertas de las sucesivas campañas electorales que nos esperan, las veletas señalan ... que la dirección del viento apunta al despropósito, a la vacuidad y, desafortunadamente, al enfrentamiento. Si en primavera florecen los almendros, en muchos españoles solo brotan la hartura y el desconcierto.
La semana pasada sostuve que el momento político actual nos tiene inmersos en un océano de mentiras, pero no es menos cierto que también nos rodean mares de contradicciones. Los independentistas catalanes, tras reiterar en sus discursos y proclamar en sus embajadas de mentirijillas (puesto que no son Estado reconocido por país alguno) que España es un estado opresor, que encarcela a las personas por sus ideas, decidieron convocar una manifestación en Madrid. El fugado Puigdemont, que abandonó la república inventada demostrando su ausencia de valentía, se permitió afirmar que «la democracia en España está por debajo de Venezuela, Turquía o Siria». Bajo ese prisma debieron creer que manifestarse en Madrid era como sortear los bombardeos que han matado a cientos de miles de personas, destruido edificios y provocado un éxodo sin precedentes en Siria. La manifestación, como no puede ser menos en un estado democrático, fue autorizada y protegida (no reprimida) por la policía. Los que llevan años contando mentiras y quienes llevan años creyéndolas debieron quedar asombrados. Se pasearon con sus lazos amarillos y sus esteladas en el corazón del 'Estado represor' y lo único que se rompió fue el encantamiento de la suprema mentira. No hay nada más mortificante para el embustero que la verdad.
De vuelta a casa, la noria de los desafíos continúa con el teatrillo de los lazos amarillos que ha ordenado retirar la junta electoral. Este juego no es propio de gobernantes serios sino de niños malcriados y consentidos. Estos numeritos comienzan a hartar a muchos porque eso no es libertad de expresión, sino apropiación de una institución que, siendo de todos, es instrumentalizada en beneficio de una parte por un gobierno que nace, mal que les pese, de la Constitución. Torra es el único gobernante que no gobierna sino que juega, con fondos públicos, al permanente desafío. No se atreve a desobedecer a las claras igual que el independentismo en bloque no tiene arrestos para contar la verdad sobre la inalcanzable república. Aparenta contravenir a la junta electoral y someterse al defensor del pueblo catalán, como si esta institución no emanara de la misma Constitución que el poder que Torra, irresponsablemente, administra. Pretenden ser héroes resistentes pero son unos cobardes. Hasta el mayor Trapero, que parecía su paladín, ha dejado claro, quizás para salvarse, que los mossos estaban dispuestos incluso a detener al Govern antes que vulnerar la legalidad.
Añoran el enfrentamiento porque solo así pueden suministrar argumentos a los que empiezan a flaquear. Cada vez que Ciudadanos y PP esgrimen la necesidad de aplicar el artículo 155 de la Constitución, sus votantes se crecen y los independentistas también. El gobierno de Rajoy lo aplicó y el resultado fue que la suma del independentismo volvió a ganar las elecciones. Odiándose tanto como se necesitan han renacido los enemigos en vez de los adversarios y reiterar este juego es, hoy por hoy, el único debate electoral en el que los oponentes se sienten cómodos. Es un juego de conveniencias muy rentable. Unos agitan el miedo a la ruptura de España y otros, el fervor por la república catalana. Son escenarios imposibles, pero así, ambas partes ocultan los errores del pasado y los problemas reales de los ciudadanos. Entre estos lodos, VOX saca la cabeza y pone sobre la mesa la prioridad de portar armas para cambiar el concepto de legítima defensa. No hay duda, hemos de defendernos. Urge tomar medidas cívicas que nos protejan del invierno que nos acecha.
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