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Son niños que llegaron en edades tempranas en busca de un futuro mejor. El desdén contra ese colectivo, activado por Vox desde el minuto uno y subrayado ahora con un cartel electoralista de triste memoria, se traduce en calificar a esos niños y jóvenes de ... delincuentes cuando migraron en edades tempranas sin la compañía de un adulto. Así los describió la Convención sobre los Derechos del Niño. Y así tienen derecho a ser considerados. Son niños, son jóvenes, que al llegar aquí son tutelados por las administraciones hasta su mayoría de edad y a los que una sociedad responsable no debe desacreditar. Ellos también necesitan sentirse queridos.
Si un hijo biológico que abre los ojos aquí es siempre una carta lanzada al aire, porque existe la certeza de que cuando vuele solo tomará el rumbo que quiera, cuánto más los menores migrantes no acompañados que necesitan con urgencia disponer de muletas que les ayuden sin ponerles explosivos bajo sus pies. Ellos también necesitan sentirse queridos y respetados, aunque no lo reconozcan.
En los últimos meses han llegado a Canarias centenares de pateras porque la pandemia ha hundido el turismo y el comercio en sus tierras de origen y la sequía ha arruinado sus cosechas. Menores que esperan ser acogidos dignamente, conseguir un trabajo para mantenerse ellos y sus familias. La mayoría ha llegado a través de la peligrosa ruta canaria que, al parecer, dispone de menos controles desde la costa sur de Marruecos y el Sáhara Occidental.
Dos niños de 4 y 7 años llegaron solos en una patera. Y Mace, tan pequeña como el menor de los chavales, llegó solita en una barca que las olas había arrasado. Ellos y otros muchos necesitan el amparo para no crecer en centros públicos sin el calor familiar. Acaso a sus familias les sobraron motivos para arriesgarlo todo, pero llegados a nuestro país, la mejor medida es el acogimiento familiar. Consiste en cuidar temporalmente a un niño o adolescente tutelado por la Administración y que su familia natural no pueda cuidarlo. El horizonte es facilitar el regreso a su familia biológica, pero a menudo queda descartado. El acogimiento no es sinónimo de adopción, que está equiparada a la filiación biológica y extingue los vínculos jurídicos entre el adoptado y su familia de origen.
De ahí, que las familias acogedoras merezcan nuestro gran aplauso. En Canarias se han multiplicado y los padres acogedores saben que acaso su hijo no sea para siempre. Dependerá de cómo se desarrolle la integración, mientras los hijos también podrán optar. El acogimiento temporal, una iniciativa a tener muy en cuenta.
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