La Liga de fútbol comienza con escasas novedades de relumbrón tras un mercado de fichajes frenado por las apreturas de la mayoría de los clubes que, asfixiados aún por los destrozos causados en sus cuentas por la pandemia, asisten impotentes a la disparatada inflación de ... costes alimentada por ellos mismos. El Barça es la excepción. Pero no por una envidiable salud financiera, sino por una desesperada estrategia de venta masiva de activos para tapar agujeros de una nefasta gestión y captar así recursos que le devuelvan de inmediato a la élite europea, aun a riesgo de hipotecar seriamente su futuro. El modelo de negocio basado en los ingresos televisivos empieza a dar síntomas de agotamiento. Mientras, la fuga de grandes estrellas en los últimos años no acaba de ser compensada con las nuevas incorporaciones y se agranda la brecha económica y deportiva entre la Premier inglesa y los demás torneos en un negocio con una creciente presencia de petrodólares y grandes magnates. El insólito parón durante un mes por el Mundial de Catar dota de excepcionalidad a una Liga que tiene pendiente un uso más racional del VAR y un mayor respecto a las aficiones en los horarios de los partidos.
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