EL LIBRO DE LA SELVA

El largometraje, realizado con las herramientas del documental de carácter antropológico, obtuvo de manera unánime el Premio del Jurado de la sección Una cierta mirada del festival de Cannes.

La cámara de los realizadores se sitúa en dos espacios antogónicos, la selva y una pequeña ciudad con escasos adelantos modernos. Cuenta la historia de superación de un joven indígena de la tribu Kraho, Ihjac, de quince años, casado y padre de un bebé. Su padre ha fallecido y según las costumbres ancestrales tiene que organizarle unas exequias fúnebres acordes con la reputación del fallecido. El muchacho, aturdido por la responsabilidad y con la autoestima por los suelos, se siente incapaz de cumplir con el trámite y, acomplejado por la situación, nota una serie de dólores en el cuerpo para los que no encuentra cura con remedios naturales.

Para ilustrar esta hermosa epopeya sobre el enterramiento ritual de un anciano, los directores se instalaron en la selva amazónica, en un paraje remoto llamado Pedra, situada en la zona norte-centro de Brasil, estudiando las costumbres a la vez que testaban el sentir de un pueblo amable y pacífico.

La primera parte narra el agobio y angustia de un indígena por estar a la altura de las circunstancias y evitar el sonrojo y menosprecio. La segunda parte, menos poética, igualmente bella, plasma el contacto con el chico de la selva con un ambiente extraño al que no hace ascos por su deseo de encontrar un remedio a su males de salud.

En la exploración y observación de una comunidad indígena se cuela una protesta por su independencia y por alejar al hombre blanco depredador de su área.