La decisión del Gobierno de abrir las fronteras de España respecto a los países de la Unión Europea (excepto Portugal) el próximo domingo 21 de junio adelanta en una semana la fecha que venía barajando el Ejecutivo Sánchez para recibir el turismo proveniente de los mismos. Lo que, en reciprocidad, permitirá a los españoles viajar a partir de ese día por el resto de la UE.

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El sector turístico –desde la restauración y los hoteles hasta las compañías aéreas– necesitaba conocer la fecha como horizonte que permita completar los preparativos y apurar las posibilidades que ofrece la temporada veraniega. Pero al hacerla coincidir con el final del estado de alarma y el inicio de la libre circulación entre las distintas comunidades, tanto el Gobierno central como los Ejecutivos autonómicos se encontrarán con la ingente tarea de garantizar la libre y segura circulación de nacionales y europeos de manera repentina; coincidiendo además la vuelta a la actividad plena de muchas empresas con el inicio de los flujos vacacionales.

Las zonas sanitarias que pasen a partir de hoy a la fase 3 de desescalada tendrán una semana escasa para prepararse a la apertura de sus lindes. Pero la Comunidad de Madrid, Barcelona capital y su área de influencia, Lleida y las provincias de Soria, Ávila, Salamanca y Segovia deberán afrontar entre el 21 y el 22 el trajín que suponga la salida de sus vecinos del confinamiento territorial y la llegada de un número indeterminado de españoles procedentes de otros territorios y de ciudadanos europeos. Lo que comprometerá especialmente el funcionamiento de los aeropuertos de Barajas y El Prat. Es lógico pensar que la apertura a la movilidad interior en España y en la UE y la afluencia de nuevos públicos inducirá la relajación del distanciamiento, del uso de mascarillas y de las pautas de higiene frente al Covid-19.

El presidente Sánchez manifestó ayer que la evolución de los contagios ha resultado más positiva de lo que él esperaba. Probablemente millones de conciudadanos son partícipes de esa misma percepción. En ese sentido, el día 21 representa el logro de un esfuerzo colectivo por vencer a la epidemia. Pero esa fecha y las inmediatamente posteriores constituirán una prueba crucial para demostrar que realmente nuestro país está en condiciones de asentarse en la «nueva normalidad». Los mecanismos de prevención y vigilancia sanitaria pueden verse sometidos a un estrés para el que hay que estar preparados.

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