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Menos mal que la actualidad aprieta, pero no ahoga. Entre tantas pésimas noticias (subida de tipos, encarecimiento de todo, este gobierno de coalición, trenes que no cogen en los túneles, delincuentes sexuales beneficiados por una ley, guerra, terremoto, etc.), surge una que reanima el regodeo ... nacional: el activista antisistema de cresta, tatuajes ácratas, piercing y camiseta antifascista que causaba furor entre las féminas de una comunidad libertario-anarco-indepe-okupa de Barcelona era un policía nacional infiltrado. Esto de la infiltración en el enemigo es tan viejo como la Biblia: Dalila y Judith tuvieron que seducir a Sansón y a Holofernes para cortarle la melena al primero y directamente el pescuezo al segundo. En esta regocijadora historia, desconozco si la figura del 'policía encubierto' se ajustó o no a los supuestos legales que permiten introducirlo en ciertos 'movimientos sociales' potencialmente delictivos para vigilarlos. Lo cierto es que quien nos okupa llevó el celo introductor al extremo de procurar a las activistas el particular consolador de frustraciones sociopolíticas de un cuerpo tan fornido como el de la Policía Nacional.

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larioja El sí de las libertarias